Aguante, Pititxu
«Lo adoptamos porque era un poco especial. Prefería juntarse con los humanos y eran los perros de la casa quienes lo mantenían limpio y calentito. Sus hermanos le pasaban por encima, no le dejaban agarrarse a la teta. Era el más pequeño de la camada, el único negro. Le gustaba quedarse dormido frente al fuego, a poder ser sobre la barriga de alguien. Si era alguien a quien no le gustan los gatos mucho mejor».