Nuevo disco de Shinova: un 10 de calidad; un 0 de gravedad
Iban Gorriti
El grupo Shinova ha decidido volar. Como lo hace la protagonista de su nuevo disco. Como Ana en la portada. Pretenden ser temerarios con la decisión. Es decir, la comarca donde han nacido, crecido y hechos adultos es la nada, son una docena de pueblos que entre todos los habitantes de esa nada suman 50.000 almas, tan solo cien mil oídos.
Es el momento de emanciparse, de partir de un territorio en el que los egos chocan de montaña en montaña, de reverberancias que no trascienden de un valle. Shinova ha sido desde siempre el grupo más ambicioso en defender sus trabajos por el Estado o allí donde haya público potencial.
El grupo con campo base en Abadiño tiene en sus manos un disco tan redondo como pocos. Es una obra sonora que se percibe muy estudiada. Más allá de lo que es elaborar una canción. Me atrevo a decir que son conscientes de que las oportunidades o, mejor dicho, la oportunidad puede ser una y no puede desperdiciarse.
‘Ana y el artista temerario’ es su disco más abierto que los anteriores, con reminiscencias de lo que fueron, con billete hacia festivales independientes, con canciones que aúnan todos los ingredientes de un hit radiofónico. Incluso, con el foco puesto en todos los públicos, incluidas familias.
Pero, no. No es un disco naif; es una bomba de precisión montada a base de bisturí que cuerpos especializados serían incapaces de controlar y desactivar. ‘Artista temerario» es un hit de calibre internacional, un artefacto montado con todos los ingredientes que pueden llamar la atención de un oyente: el mensaje musical es de calidad -cuidado con una estructura de single-, a eso se suma un ritmo que se cuela por los oídos para quedarse en la neurona con círculo reiterativo que no se despega, la letra lleva a la nostalgia del oyente: referencias de grupos que han sido historia y que se mantienen vivas en la mente. El desarrollo da una vuelta de tuerca de thriller sonoro. Esta canción con una inversión de un gran mecenas sería un número uno. Ahí está la cuestión: hoy en día hace falta un millonario que coloque a Shinova a golpe de talonario donde merecen estar o donde al menos podrían llegar por méritos propios.
El disco arranca con ese temazo. Es un cedé en el que los timbales llaman a la movilización, al movimiento, el chaston relajado espera su momento de estribillos de alto octanaje. El nuevo trabajo de Shinova es lineal, pero cuidado, lineal en intención, en concepto, en sello propio; nunca en que canse ni remita a repetición de un éxito a otro. El disco es 12 claros singles y una versión acústica de ‘Ana’.
Con la segunda canción ‘Lo que fuimos’, de nuevo bombos que llamen a mover cabeza o pie, parches oscuros para evitar la distracción y un pálpito de fondo de single pop que escrito ‘vetustamente’ sería todo una victoria radiofónica.
La marmita sube en velocidad de cocción con ‘La ventana del voyeaur’, hacia otra latitud. Las guitarras cortantes dan paso a lo lineal y a sintentizadores de reminiscencias progresivas que llevan arriba la teatralidad de la canción. El corazón sigue latiendo a golpes, rítmico. Dan ganas de parar el disco y pedirle a Gabri que cante ‘Allí donde solíamos gritar’ de Love of lesbian, aunque no se parecen las melodías.
Llega el turno de la protagonista, de ‘Ana’. En este balazo, también hay épica, pero épica indie. Una nueva autovía para Shinova. Bombos, parches, esta vez directa al cerebro la guitarra Di Edge, y los ritmos pesados trallerorockpoperos. El disco en conjunto busca en muchos momentos lo épico -en diferentes estados-, lo grandilocuente, y repito, lo que busca, es (bien)intencionado.
‘Paisajes’ es la bomba de oxígeno del trabajo. Sonidos más amables al oído, incluso, la voz, por primera vez se mulle en segundo plano sobre colchones acústicos con sintetizadores planeadores y coros de otros tiempos. Incluso, crece con un inesperado rapeo que sin embargo entra sin necesidad de presumible calzador. Ahí, la banda demuestra que no son unos cualquieras.
La sexta entrega lleva por título ‘Mensaje de emergencia’ con un comienzo cinematográfico de blockbuster, de elfos, hasta que la voz de Gabri despierta la imaginación a la realidad. Detalles de la voz de naturaleza canaria remiten a su base de raíces hardrockeras. En esta canción es más rockero que en otros, en los hits, que llega a recordar a cantantes de otras épocas de origen español que gustaban a nuestros padres, de eso también hay algo. La canción tiene poso Soundgarden y grupos de aquel pelaje.
‘Shakespeare in shock’ camufla algo que el oído detecta al hacer un barrido. El tema, tiene una guitarra de riff Nirvana inequívoco, incluso al ‘Self Steem’ de un grupo que nada tiene que ver con ellos como es The Offspring’, pero todo fluye bien. Aquí coincide el detalle ya citado en la canción anterior, Gabri vuelve a ser hardrockero de garganta.
Calma, sosiego, tranquilidad,… con el inicio de ‘Las marcas del tiempo’, una canción muy zaragozana. La voz vuelve al estado nuevo de Shinova, para todos los públicos, familias. Bien podrían compartir un acústico con Revólver y recuperar hoy el gusto que tuvieron por Bumbury. Cualquiera de los tres -Gabri incluso por encima de Goñi- podrían bordar este tema en el que llaman a «follar el destino porque solo nacemos una vez».
De alguna manera, hay que esperar a esta octava canción para volver al sonido épico indie, aunque también a intenciones primigenias de Shinova, como si esta canción la hubiera retomado de algún descarte de discos anteriores y en la que más libres se han mostrado, sin necesidad de buscar, rebuscar éxito… incluso como si hay que acabar el tema con un portazo sonoro, sin necesidad de ser amables (que sí parece permitido en los hits).
Cómo se agradece llegar a ‘Los que tanto hablan’. Escondida en los últimos puestos, como el mal estudiante de colegio camuflándose en la última fila o como los quinceañeros buscando libertad en las últimas butacas del autobús. Es la canción punk. Todo me la pela. Soy libre. Tengo un dedo corazón apuntando al cielo.
Retornan los timbales, la confianza en uno mismo, la autoestima crecida de fin de semana, el coctel molotov «para los que tanto hablan abrazados al rumor». No hace falta distorsión ni otras saturaciones exageradas porque la letra ya envía mensaje claro. El puño en alto con una línea musical muy actual, en este caso sí podría tener conexión con Love of Lesbian o bandas de nuevas hornadas indies con ritmos bailables que aunque para algunos es lo más de los más en actualidad y futuro, resulta que son una revisión del arte electrónico de los 90. Grupos abrazados a lo futurista, resulta que son vintage. Acertado a mi humilde forma de ver llevarlos a la cola del vagón y que cojan su punch de onda expansiva en los directos.
‘Medianoche en París’ es indie actual, con los charles bailando en medio de la discoteca, con Woody Allen sin medicación. Eléctrica con latigazos de cuerdas guitarreras curiosas.
Cierra el lustroso álbum una canción óptima: ‘Gravedad cero’, un temazo que en Suramérica podría arrasar y quizás la melodía final que más me gusta, a modo personal. Arranca nadando entre experimentos guitarreros de Red Hot Chilly Peppers o Incubus y estalla buscando lo épico mastodóntico tras una voz de Kate Green -inglesa residente en Durango- que pasa por el pentagrama elegante, sin artificios, queriendo solo aportar, no destacar en vano o por la fuerza.
En México mismo, barrería con arreglos de guitarra que remiten a ese lado del planeta tierra, con un aire final de banda sonora de película de submundo urbano… Con gravedad o sin gravedad, quién sabe. ‘Ana y el artista temerario’: De 10 a 0; diez de calidad, cero de gravedad, levitando sobre un diseño de otro mundo: de un multiverso.
* Iban Gorriti (Durango, 1970) es periodista y fue cronista musical del ‘1, 2, 3… hamar’ de Egin, Barkatu Ama de Egunkaria y la revista El Tubo