TESTIGO DEL BOMBARDEO DE DURANGO | 45 años del día que Joseba Elosegi (PNV) se quemó a lo bonzo contra Franco
«Muchas veces me he encontrado incómodo allí donde me han obligado a estar”, la frase es obra de Joseba Elosegi, político del PNV que un día se quemó a lo bonzo intentando caer sobre el dictador Franco en una acción antifascista en Donostia. Su figura es una de las muchas que el cambio de generaciones va olvidando en Euskadi. Elosegi sobrevivió al bombardeo de Durango y al de Gernika-Lumo, fue gudari, luchó en el bando republicano en España, y contra los nazis en Francia. Fue senador en Madrid y murió en 1990.
Su acción más recordada aconteció cuando decidió quemarse a lo bonzo ante Franco. El senador por el PNV en Madrid Iñaki Anasagasti también lo evoca: “Supe de Elosegi cuando se arrojó en llamas ante Franco en acto de valentía, original, peligroso y que le pudo costar la vida. Era una generación valiente y bregada”, enaltece. Anasagasti recuerda cómo le llegó a Venezuela, donde residía el primero, una película que Granada Televisión realizó en el Reino Unido. Se titulaba El hombre en la ventana. Y era porque su verdadera imagen fue sacada por esta cadena cuando estaba en el hospital encarcelado y curando sus heridas. Pudo aparecer breves momentos en la ventana. El resto del reportaje lo hacía un amigo de Joseba, pasándose por él, aunque su esposa actuaba en el reportaje. “Nosotros en Caracas la tradujimos y recuerdo que era mi voz la del que hacía el reportaje traducido al castellano. Aquella película junto a Los hijos de Gernika fue el trabajo audiovisual que clandestinamente movíamos en los últimos años de la dictadura”.
| LABOR CLANDESTINA | Pero, para la mayoría de los lectores que descubren hoy la figura de Elosegi, ¿quién era esta atrevida persona? Desde Sabino Arana Fundazioa le presentan como un activo militante nacionalista vasco que protagonizó una “importante labor clandestina” y que será recordado “por la audacia de sus acciones”. Joseba Elosegi nació en Donostia el 6 de diciembre de 1915. Estudió profesorado mercantil y Bellas Artes. Tras el golpe de estado contra la Segunda República que derivó en guerra civil, con 20 años, se alistó en Euzko Gudarostea. Llegó a teniente. Evacuado de Gipuzkoa, se formó en Bermeo el Batallón Saseta. Fue capitán de compañía. Testigo de los bombardeos de Durango y Gernika-Lumo, fue hecho prisionero en Limpias y encarcelado en El Dueso (Santoña). Condenado a muerte. Trasladado a la cárcel de Larrinaga, fue canjeado el 20 de enero de 1938.
De Hendaia, los gendarmes le llevaron a Barcelona. Se alistó en el ejercito republicano. Luchó en Segre y Ebro. Fue teniente coronel. Cayó Cataluña y pasó a Francia en 1939. Residió en Sette e Iparralde donde le sorprendió la II Guerra Mundial. El Gobierno vasco le movilizó a la Francia ocupada para organizar servicios de inteligencia contra los nazis. Finalizó el conflicto y continuó colaborando en actos de resistencia, como en julio de 1946 cuando colocó en lo alto de una de las torres de la catedral donostiarra del Buen Pastor una ikurriña. Fue detenido. Se exilió, pero de vuelta a Hegoalde fue detenido el 18 de julio de 1950. Preso en Martutene, fue liberado y pasó a Lapurdi. Regresó a Donostia en 1964. El 18 de septiembre de 1970 aprovechó la presencia de Franco en el Mundial de pelota en Anoeta. Se quemó a lo bonzo. Trató de arrojarse contra Franco. Sufrió graves quemaduras. Estuvo 17 días en coma. Fue detenido y encarcelado. Salió libre en 1973. “Al darse fuego y tirarse le arrancó la oreja a un policía. De lo que me alegré”, evoca Román Gil de Montes, director de Radio Popular entonces.
| AGUR EN IRUN | Muerto Franco, en 1979 fue elegido senador por el PNV. Tras la división de este partido pasó a EA. Falleció el 5 de noviembre de 1990 en Irun. “Menudos follones montaba -evoca Anasagasti- cuando iba a los cuarteles y veía la foto de Franco. Una vez estuvieron a punto de detenerle, pero sacó su carnet de senador y sancionó él al militar”. El vizcaino viajó con Elosegi a Argentina. “Lo pasé en grande. Por su físico, una señora le preguntó si era capuchino. Era un tipo cordial, listo, de respuestas ágiles y graciosas, con vida de clandestinidad dilatada. Fue desobediente toda su vida”. Cuando iba a hablar con Leizaola, allí estaba a su lado su mujer haciendo calceta. Ellehendakari zarra “le decía que en su matrimonio no había secretos… Ya fallecido, en la Mesa en el Senado logré que entre los cuadros de la transición pudiera estar Don Manuel de Irujo. No conseguí que pusieran el de Joseba Elosegi porque, como me dijo uno, igual nos quema de noche el Senado“.