El dolor es inevitable y ayuda a crecer; el sufrimiento opcional
Sor M. Olatz
Sabemos que algunos budistas los lamas, por ejemplo, han llegado a superar todo tipo de pruebas físicas y después de años de aprendizaje y meditación les exigen grandes y largas carreras universitarias. Parece que para ser lama del Tibet es exigencia ser una persona a toda prueba, capaz de soportar por ejemplo rigores climatológicos y demostrar una gran preparación para llegar a serlo. Buda (Sidarta Gautama), era el que decía que «El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional»
El dolor es genuino, algo natural legítimo y necesario para vivir y seguir aprendiendo y arriesgando cada día un poco. Del dolor no nos podemos separar y tenemos que convivir más o menos con él atenuando lo que podamos, pero sabiendo que detrás de él subyace un sentimiento pleno de vida, como la otra cara de la misma moneda, junto a nuestra vulnerabilidad existe acogida y compasión, gratitud, paz, deseo de vivir y todo ello nos ayuda en nuestro crecimiento.
Negarrez sartu ginan mundu honetan, arnasa hartu behar laguntzarik gabe eta eskerrak negarrez hazi ginala, horregaitik gaude hemen. Mina sentitzen genuen…
El primer contacto que tuvimos fue con nuestra madre ella nos alimentaba, seguro que quedaron en nuestro cerebro reptil-primitivo (área límbica), olores, sensaciones de la piel materna, el roce, tacto, etc.
Luego, todas esas vivencias se convierten en respuesta porque se aprende a dar lo que hemos recibido y es ayuda para seguir aprendiendo día a día.
Si analizamos nuestras vidas podremos ver los momentos de dolor, por ejemplo al enamorarnos, tener hijos, al elegir una forma de vida determinada, al elegir una carrera, al hacer amistades, al perder a alguien.
Cuando el dolor se relaciona con una pérdida, o con otro asunto de distinto tipo las sensaciones que pueden llegar a todo sujeto, se solventan con una duración normal si lo dejamos sentir adecuadamente. El dolor es proporcional a la pérdida o al asunto que estamos soportando.
Ante el dolor podemos reaccionar con tristeza y/o rabia. Dicen los entendidos (psicólogos…) que es mejor ante el dolor reaccionar con rebeldía, rabia, etcétera, porque el que tiende a quedarse en la tristeza envuelto en su dolor, puede desembocar en una depresión y habría que poner medios para curar los problemas que pueden desencadenar situaciones de este estilo.
La palabra “sufrir” hace relación o significa llevar, soportar un peso, una mochila que duele. Tanto el sufrimiento como el dolor podemos decir que son dos disciplinas que muchas veces están presentes en la vida de cada persona aunque en ocasiones sufrimos innecesariamente. Me viene a la cabeza, la persona que en vez de responsabilizarse de lo que le pasa, juega a ser víctima y a estar resentida con la vida y con los demás. Esta posición de sufrimiento es manipuladora y no ayuda a estar mejor; incluso un sujeto puede acostumbrarse a este tipo de manipulación de tal forma que al ser el sufrimiento opcional hayas caído en tu misma red quedando atrapada en esa posición de vida. Puede llegar a ser una manera de mostrarse ante los demás. Incluso a veces es una posición habitual en la vida.
En este campo intervienen las emociones y los pensamientos que pueden llegar a ser obsesivos. Quiero conseguir algo y me aferro y utilizo todas mis estrategias manipulando el sufrimiento hasta conseguir mi objetivo.
Podemos llegar hasta una posición que busca sacar algún provecho del sufrimiento, incluso creemos de forma errónea que sufrir nos concede derechos «especiales» o privilegiados.
Al ser opcional, como ha quedado dicho más arriba, no puede ser útil para el crecimiento personal, es algo que nos hace vivir en un continuo victimismo y resentimiento, por eso debemos ir curando esa forma de ser porque no nos hace bien ni nos deja crecer como personas adultas y no nos lleva a vivir de forma positiva.
Para dejar de sufrir necesitamos aceptar que estamos sufriendo, validar nuestro dolor y ver cuál es la ganancia secundaria que estamos obteniendo con ese sufrimiento. Como dice Bert Hellinger: “Sufrir es más fácil que actuar”. Entonces debemos tener la valentía de abrirnos y actuar con plenitud ante el dolor dándole un espacio y responsabilizándonos de él. Creceremos como personas y seremos más felices.