Sensibilidad/empatía
Sor M. Olatz
La sensibilidad muchas veces la hemos entendido como una forma de ser de algunas personas que se asustan por todo y que son un tanto melifluas, tímidas y se espantan o impresionan llenas de miedos y débiles sin necesidad por lo menos a primera vista.
El diccionario de Ciencias de la Educación entre otras cosas dice que la “sensibilidad” es aquella que intuye el valor del sujeto, valora en su justa medida a la otra persona viendo las potencialidades de las que es portador. Sabemos que muchas de nuestras potencialidades no las hemos desarrollado debidamente incluso pudiendo crear de esa manera otras nuevas, enriqueciéndonos y repercutiendo en el bien de los que nos rodean. Lo cual es una pena.
En este aspecto nos hemos dejado arrastrar, sin darnos cuenta, por la idea de que todo lo de antes era bueno y perfecto, en cambio lo de ahora… cualquiera sabe!!! Ya decía hace unas dos décadas un pedagogo que íbamos disminuyendo a pasos agigantados en “valores” ante muchas situaciones; tenía razón ya que para cuando nos hemos dado cuenta nos encontramos con que no sabemos ni lo que queremos decir con la palabra valores: educación, respeto, alabar lo bueno y cuando pensamos que va a ser para bien corregir con todo el amor del mundo sin ofender a nadie de tal forma que el sujeto se sienta agradecido/a, etc
Sin embargo cuando me muestro sensible hacia los demás por lo que hacen, siento una gratificación interior que me empuja a seguir por ese camino, es decir, me pongo en el lugar del otro antes de empezar a criticar y despellejar a quien sea o a todos por principio. No sé si esto es un desahogo porque no me encuentro muy bien o porque he creado una costumbre de tener que sacar faltas a los demás.
En pedagogía a esta forma de ser le llaman “empatía”. No hacer juicios rápidos sino ponerme en el lugar del otro. Es muy probable, que lo que decimos respecto a la pérdida de “valores” realmente puede ser que carecemos de “empatía”, sólo miramos nuestro ombligo o como mucho nuestro entorno cercano y con muy poca “empatía” nos hacemos narcisistas. Para ello es importante establecer vínculos emocionales. Son compromisos que si los pongo en práctica creo un mecanismo que se hace costumbre, forma de ser, antes de juzgar debo pensar y tener máxima atención en lo que yo hubiera hecho si hubiera estado en situación similar a la otra persona, etc.
En mi mente se van creando vínculos emocionales, requisito esencial a la hora de comprender el mundo interior y exterior de otras personas y experimentar el dolor que vemos que está sufriendo, no juzgarle a mi arbitrio dando por hecho como cierto lo que seguramente no lo es ¿Qué ha vivido desde su nacimiento, qué procesos ha llevado su vida?, ¿ha tenido oportunidades de crecimiento? Y en todo ello ¿qué papel juego yo?
· Empatía ·El diccionario de Ciencias de la Educación dice que empatía es la intención de comprender los sentimientos y emociones, intentando experimentar de forma objetiva y racional lo que siente otro individuo. También dice que es de origen griego “empátheia” y que significa “emocionado”. En definitiva “Vivir desde el corazón”.
De las personas altruistas decimos que sienten preocupación por los demás y van en ayuda de los necesitados porque fácilmente se colocan en el lugar del que sufre o le ocurren desgracias –esta reacción hemos visto, el mes de agosto, en la ciudadanía de Cataluña-. La empatía nos ayuda a comprender mejor el comportamiento en estas determinadas circunstancias y la forma en que han tomado decisiones. Incluso se acercaron personas de otros lugares a dar apoyo y ayuda de todo tipo, todo lo hicieron como lo más normal como que era su primera obligación.
Es sentir amor, ser altruista, y poner toda la capacidad posible en función del necesitado/a. Se despiertan los principios morales porque esa persona consigue sentir el dolor o el sufrimiento de los demás, se está poniendo en su lugar y lo único que le brota es hacer todo lo que puede por la otra persona. La empatía no sólo está relacionada con el dolor, sufrimiento, carencias, también lo está con el bien y alegría del otro. Vivir su alegría. Aunque parezca mentira, a veces nos cuesta más el alegrarnos porque el otro/a que está estupendamente y todo le ha salido bien.
Actualmente existen avances positivos en psicología y a nivel cerebral, así como también en otras disciplinas. La palabra “empatía” dicen que se comprende en tres sentidos diferentes: conocer los sentimientos de otra persona, sentir lo que está sintiendo y responder compasivamente a los problemas que la aquejan. En otras palabras, consiste en reconocer, sentir lo mismo y actuar de un modo que pueda ayudar, compartiendo su dolor y/o alegría.
Al haber avances científicos nos encontramos con las tecnociencias, neurociencias, ciencias biológicas y tantos descubrimientos en estos campos…, éstos y más han demostrado que la mente del ser humano tiene un mecanismo biológico, que hace que cuando vemos que alguien se halla en apuros se reflejan circuitos similares a los que tienen las personas que están en situaciones adversas. Parece que este proceso es el que produce la compasión y el altruismo. Entonces llegamos a la conclusión que nuestro cerebro está predispuesto a la bondad y al amor…siempre que nuestras necesidades básicas biológicas estén cubiertas, nuestra herencia, formación y educación, entorno, a todo esto le llamo yo “medio ambiente”.
Según Carlo Roveli tenemos cien mil millones de neuronas en nuestro cerebro; él lo compara con el número de estrellas de una galaxia que interactúan, es decir, trabajan en equipo con una gran perfeción.
Por eso todos y todas tenemos ejemplos de correr automáticamente en ayuda de un niño que llora, grita de miedo porque se ha perdido, así abrazamos a un bebe sonriente y todo lo hacemos casi sin darnos cuenta, yo diría de forma refleja. Yo en el puerto de Zarautz me lance porque una amiga que no avanzaba en el agua que le cubría y yo le veía mal para llegar a la escalera. Gracias a que no me agarró del cuello y me obedeció tranquilamente agarrándome de la cintura, yo braceaba y ella movía los pies pudimos llegar a la escalera. Por la noche me costó dormir pensaba que nos podíamos haber ahogado las dos. Actué sin pensar, actuó algún circuito emocional de mi cerebro. Sólo quería que Áurea llegara a la escalera. No había casi gente en el puerto. Entonces no sabía qué era empatía, pero quería ayudarla.
Un psicólogo nos decía que desarrollamos un 5% de nuestro cerebro. Pienso que ¿ahora quizá estemos en un 8%? Esta sociedad que está dando pasos rápidos nos invita urgentemente a dar pasos positivos y desarrollar la creatividad a cada momento. Nos está llamando a gritos a una transformación total y plena de forma de vivir, practicando la atención, creatividad, adaptándonos al mundo de la globalización en que vivimos y desarrollando todas nuestras capacidades a tope para vivir lo mejor posible y con dignidad.
Sería otro tema para tener en cuenta el tiempo de ocio. Pequeños escapes que descansan a la persona y que debemos poner en práctica a lo que decimos o llamamos “la asignatura pendiente”, aquello que nos relaja y nos gusta; para seguir la vida felizmente haciendo el bien, el cual revierte en una misma.
Hori beste baterako utzi beharko degu. Udara joan da bere oporraldiekin. Pozik hazi lanean. Eta ondo pasa desagun “udazkena”.