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RECORTES · Eusebio Bilbao, ‘El ciego de Durango’, un hombre feliz

IBAN GORRITI

KULTURA DURANGO

Los quioscos pusieron a la venta el 8 de marzo de 1966 el ejemplar del diario Hierro. En el rotativo vespertino, publicaban un titular que decía: ‘El ciego de Durango, un hombre feliz’. Era una crónica periodística con imagen de Foto Sol en la que se veía a Eusebio Bilbao dando una clase a su «alumno aventajado» José Miguel Arteche, de Gernika.

Cincuenta y ocho años después de esa edición, su hijo, el conocido Pedro Bilbao, ve la foto que publicamos hoy en MUGA gracias al zornotzarra J.M. y sonríe. «Muy acertado el titular. Mi padre siempre fue un hombre feliz», agradece.

Hierro calificaba en la noticia a «Don Eusebio» como virtuoso del acordeón y conocido por todos como El ciego de Durango, «lo de Eusebio queda para los íntimos», aseguraba quien lo escribió, firma que no encontramos.

El texto recuerda que Bilbao, hijo de padre albañil, quedó ciego a los seis años. «Un desdichado día, tomó un trozo de cal viva y lo introdujo en un bote que contenía cierta cantidad de agua, comenzando a agitarlo fuertemente para ver la reacción de la cal con el agua, el líquido le saltó a los ojos, quedando ciego a pesar de los esfuerzos médicos para evitarlo».

«ESPECIALES APTITUDES»

A continuación, ingresa en el ‘Colegio de Sordomudos y Ciegos de Deusto’. Aprende cultura general, solfeo, piano y armonía para lo que tiene «especiales aptitudes». Se inclina desde los 12 años por el acordeón.

A los 19 años ganó un concurso en Gernika. Poco después, queda campeón provincial entre muchos aspirantes. En el campeonato estatal llegó al séptimo puesto. Y siguieron los concursos y los premios, así como apariciones en programas de televisión.

Bilbao abrió una academia en «su bonita casa de San Fausto». Según el periódico, los primeros años fueron duros para el artista porque la ciudadanía no confiaba en que un invidente pudiera dar clases de acordeón. Sin embargo, la tendencia cambió y no llegó a tener horas disponibles para más alumnado.

Citan a su esposa, Juanita Echáburu, como «compañera ideal». Y también cita a sus hijos. Eusebio aseguraba que «un ciego no debe sentirse acomplejado» y abogaba por que las personas con necesidades especiales formaran parte de toda la sociedad. «¿Por qué esa tendencia a vivir separados de los demás?», lamentaba.

El cronista finalizaba asegurando que «verdaderamente, el perfil humano de nuestro amigo Eusebio es aún más grande que su virtuosismo musical».

 

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