Exponen por primera vez el pañuelo desenterrado del gudari Bisbal, del batallón Arana Goiri, que su hija conserva
Iban Gorriti
La mujer de un sargento del batallón Arana Goiri del PNV enterró en la huerta de su caserío un paño de seda con un escudo de Euzkadi y una ikurriña que volvió a recuperar acabada la guerra. Este pañuelo se expone por primera vez ante el público en Zelaieta Zentroa de Amorebieta-Etxano. Los sábados y domingos también está abierta la sala, con entrada gratuita.
El amor que aquel gudari del batallón Arana Goiri sentía por Euzkadi se lo envió en forma de pañuelo a su mujer. Lo remitía desde el frente el sargento Eduardo Bisbal Escrivá, de Arrigorriaga, y tenía como destinataria la bilbaina Esther Jauregi Larrazabal. Quizás lo hizo llegar al caserío Larreineko de Luiando (Araba) desde los escenarios bélicos en los que luchó: Lekeitio, el monte sangriento de Saibigain, la recién bombardeada Gernika o, tal vez, Burdeos, ciudad francesa a la que sus descendientes aún no conocen cómo llegó el soldado del lehendakari Aguirre en 1937.
Sea como fuere, la familia de Eduardo y Esther conservan ocho décadas después aquel pañuelo que muestra -en este caso- las seis provincias vascas en una fina seda de 41×41 centímetros que parece pintada a mano. El gudari se lo envió a su esposa y con el temor de qué les podrían deparar guardar aquel símbolo en el hogar por los franquistas, decidieron enterrarlo en la huerta. Fue años después, una vez acabada la guerra, cuando comprobaron que continuaba en perfectas condiciones.
«Metieron el pañuelo en una lata por el miedo, ya que entonces les revisaban todo y si te lo encontraban…», detalla la duranguesa María Esther Bisbal, hija del matrimonio, y aporta un ejemplo. «Un amigo de mi padre, muy nacionalista, salió un día con una corbata blanca, roja y verde. Un guardia civil se la quitó. Gallastegi, como se apellidaba, le respondió: me quitas la corbata, pero no lo que llevo dentro».
El pañuelo es un bonito misterio para la familia que se hace diferentes preguntas. «¿Se mandarían más? ¿Hay algún otro caso? ¿Lo compraría aquí o en Iparralde?», cuestiona Josune Escota, nieta de los protagonistas, y actual concejala por el PNV en Durango.
Bisbal enviaba de la guerra fotografías del Arana Goiri -algunas en Lekeitio-, el pañuelo de Euzkadi u otras imágenes desde Burdeos. Fue detenido en Bilbao y enviado a la cárcel de Santoña. De allí, a la prisión de Burgos. Fue compañero de Pablo Beldarrain, histórico comandante del Ejército vasco con quien pudo coincidir en Gernika, en Santoña o Burdeos. «Mis padres contaban que Beldarrain pasó a nado el Bidasoa para llegar al otro lado. En una ocasión, se encontraron en un tren de los de Durango-Donostia y cuando aita se le acercó, Beldarrain le dijo, no me hables. Con eso quería trasmitirle que no se habían visto, por lo que pudiera pasar», rememoran.
La pena de prisión del gudari fue conmutada gracias a la intermediación de un amigo. «Tenía un amigo derechista que logró que se le pusiera en libertad», agregan. Al regresar, no hubo trabajo para él por sus ideas jeltzales en su municipio y le ofrecieron un empleo en Durango, en la firma de curtidos El Tigre.
«Todas las pertenencias de amama cabían en una caja»
«Al acabar la guerra acabaron en la miseria. Todas las pertenencias de amama cabían en una caja, que siempre llevó con ella, en la que guardaba también el pañuelo y un recordatorio original de la muerte de Aguirre», subraya la nieta quien pone en valor la solidaridad del momento. «Gracias a la solidaridad de otras personas, algo que hoy se ha perdido, salieron adelante. Gracias a quienes le dieron un trabajo, a quien cuando murió aitite y viendo que iban a desahuciar a amama de la casa de la fábrica, un tercero acabó mediando para que la realojaran, a ella, viuda con dos hijos. Jamás tuvo una casa, solo su caja de recuerdos, ni una silla. Gracias a la solidaridad nunca se sintió sola».
Esther falleció hace dos años, el 10 de mayo de 2017 en Durango. Sumaba 102 años de edad. «Aitite estuvo en los peores escenarios de la guerra. La vida no le sonrió porque acabada la guerra murió con solo 45 años, de cáncer, el 21 de noviembre de 1952. Si le sonrió algo fue por su mujer y lo buena persona que también era él». La firma Amilibia y de la Iglesia de Durango contrató a su viuda para engarzar “los ganchitos en unas hebillas, con un alicate”, matizan.
Esther Jauregui Larrazabal había nacido en el barrio bilbaino de Atxuri y fue bautizada en la iglesia de San Anton. De niña fue a vivir junto a su madre Casilda a Balmaseda. De allí, a Luiando, pueblo alavés cercano a Laudio. En aquel enclave fue donde contrajo matrimonio con Bisbal. Tomaron residencia en el caserío Larraineko. Más adelante, afincarían su hogar en Durango, aunque también pasaron un tiempo en Gasteiz. «Le ofrecieron a aita un trabajo allí, en Gamarra, pero con el frío prefirieron volver a Durango», sonríe la hija que vuelve a tomar el histórico pañuelo en sus manos. «Este pañuelo -concluye con cariño- lo guardaremos para los nietos, para que tengan presente su pasado».
Puedes verlo en el centro Zelaieta de Amorebieta-Etxano hasta el próximo viernes 3 de junio.
Horarios de la exposición
De lunes a viernes, de 8.30 a 21.30 horas
Sábados, de 10:00 a 14:00 y de 16:00 a 20:00 horas.
Domingos, de 16:00 a 20:00 horas.