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En el día de los txikiteros, recordamos la huelga de nueve días que estos protagonizaron en Durango en 1965

I. Gorriti

Esta no es una fake new. Es decir, no es lo que hoy en día se conoce como noticia falsa o bulo. A pesar de sus ingredientes cinematográficos de una película de José Luis Cuerda, por ejemplo, o de un capítulo televisivo de Vaya semanita, aconteció en Durango. Acaeció el 30 de junio de 1965, es decir, hace 55 años. Los documentos del Archivo Municipal de la localidad consultados lo corroboran. Recordamos esta efeméride hoy 11 de junio, Txikiteroen eguna (Día de los txikiteros).

Cuadrillas de txikiteros reunidos en el Ayuntamiento de Durango. JESÚS ITURRALDE

Cuadrillas de la villa del sureste vizcaino protagonizaron una huelga por el incremento del precio del txikito en bares en la localidad. La subida fue desorbitada y no la permitieron. Salieron, de hecho, ganadores de un pulso que duró un total de nueve días. Por hacernos una idea del año que se vivía, echamos la vista atrás y recordamos que la dictadura totalitarista de Franco permitió la lengua directa del Evangelio y epístolas en lenguas vernáculas; en Bilbao se inauguraba la primera Feria de la Industria Eléctrica y Maquinaria de Elevación y Transportes; y Naciones Unidas votó en Nueva York una resolución en la que se instó al Gobierno de España como «país invasor», a descolonizar los territorios de Ifni y Sáhara Occidental.

En aquellos días, en Durango unas cuadrillas de txikiteros solicitaron al alcalde franquista de la localidad e, incluso, a Gobernación poder celebrar una reunión en el salón de plenos de la casa consistorial del municipio. Querían poder reunirse para debatir en torno a la subida del precio del txikito que taberneros habían disparado de 70 céntimos a redondear en una peseta. El incremento era del 43%.

Cuatro durangueses, en nombre de una «comisión», firmaron una petición al «Señor alcalde» en la que tras el saludo, daban cuenta de la razón de la misma: «Con motivo de la subida del chiquito de vino, de 0,70 pesetas a 1 peseta, varias cuadrillas de chiquiteros del pueblo hemos acordado reunirnos para tratar de conseguir una solución favorable al problema». Dos rúbricas son legibles: Julián Conde y J.M. Aguirre.

Documento del Archivo Municipal de Durango.

Los solicitantes argumentaban al regidor Valentín Eguidazu que su intervención sería pacífica. «Creemos que esta intervención nuestra de intentar solucionar un problema social, aunque sea pequeño, no será motivo de desorden en el pueblo», tratan de tranquilizar e, incluso, van más allá en su relato: «Opinamos que debemos intervenir, máxime cuando no existe una razón fundamental por parte de quienes han acordado la subida».

El mismo día de la reunión, el 30 de junio, el secretario local en nombre del alcalde-presidente dispuso dar su beneplácito. Le respondió a Julián Conde lo siguiente y literal: «Vista la petición suscrita por varios vecinos en solicitud de autorización para utilizar el Salón Capitular de esta Casa Consistorial, para celebrar una reunión con motivo de la subida del ‘chiquito’ de vino tinto, he decidido, teniendo en cuenta que se trata de una reunión que tiene por objeto tratar de la reducción del precio de un artículo de consumo, autorizar la celebración de la misma el día de hoy a las ocho y media de la tarde», decretó, según pormenorizan los documentos que el exarchivero municipal de Durango, José Ángel Orobio-Urrutia, facilitó a este periódico.

«Sacaban la bota de vino»

Otro vecino de la villa es quien ha escrito sobre este suceso y lo dejó reflejado según su impronta en un libro publicado en el año 2000. Jesús Iturralde Garai es el autor de ‘Anecdotario de Durango’. A su juicio, “la movida fue instantánea” y tras una primera reunión en la plaza del mercado, “se concedió la sala de plenos para llevar a cabo el mitin”, precisa Iturralde.

Documento del Archivo Municipal de Durango.

En el volumen editado por la Sección de Cultura de la Congregación Mariana de Durango, quedó impreso que si los taberneros informaban a las cuadrillas de que el txikito costaba  una peseta, le respondían tajantes: “Vale, pues te lo bebes” y, a continuación, «sacaban la bota de vino y se la iban pasando ante los morros del hostelero». De ese modo, hacían la ronda en su taberna e iban a la siguiente.

Solidarios con el bar Juego de Bolos

La huelga, según matiza Iturralde duró un total de 9 días. “¿Resultado?: Triunfo de los txikiteros”, enfatiza el autor quien antes de concluir su exposición da muestras de la solidaridad de aquellos que abarrotaron la sala de plenos del Ayuntamiento. “Todos los bares volvieron a cobrar 70 céntimos, menos un ‘indulto’ que hicieron al bar Juego de Bolos porque había efectuado grandes obras de acondicionamiento y los txikiteros supieron apreciarlo”. Al dueño se le permitió cobrar el vaso de vino a peseta.

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