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El presidente del PNV de Abadiño fusilado que ayudó a dos derechistas, pero no los los fascistas a él

La vida de José María Angulo fue de ayuda, de luchar por la libertad y de defender hasta las últimas consecuencias los Derechos Humanos. Un ejemplo de esto último fue que este miembro del comité de defensa de Abadiño del PNV hizo posible que aquellos que eran de su bando no acabaran con la vida de, al menos, dos vecinos tradicionalistas de la anteiglesia vizcaína. Sin embargo, la asunción de este riesgo y posicionamiento no le sirvió para que el franquismo le devolviera la ayuda en forma de indulto cuando él fue condenado a muerte por ser nacionalista vasco. “Mi padre sí fue indultado, pero después de muerto. Ironías de la vida”, diferencia Joseba Angulo Torrontegi, hijo del fusilado por el bando militar golpista el 5 de agosto de 1937.

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Angulo. Su viuda junto a los hijos del matrimonio.

José María Angulo Arroitajauregi nació en el Palacio Etxezarreta, en la actualidad sede del lustroso Museo de Arte e Historia de Durango. El apellido Angulo era de potentada familia tradicionalista en la villa. El joven, sin embargo, contrajo matrimonio con una nacionalista vasca, la bilbaína Asunción Torrontegi Calvo, jeltzale presidenta de Emakume Abertzale Batza de Abando. Las nupcias se celebraron en 1926 en Urkiola y llegarían a residir en la casa conocía como “del Indiano, de los Totorikaguena”.

Diez años después, cuando los militares españoles dieron el golpe de Estado en julio de 1936 ya residían en Abadiño. Allí, José María “era presidente de la junta municipal del PNV y miembro del comité de defensa del municipio”, explicaba años atrás Mikel Garaizabal, hoy alcalde de Abadiño por el PNV. Además, según una investigación de Jon Irazabal, de Gerediaga Elkartea, formaba parte “del Cuerpo de Miñones de Bizkaia en Abadiño”.

Angulo, en los umbrales de la guerra militar de 1936, fue testigo de un intento de fusilamiento por parte de unos republicanos a un tradicionalista de Abadiño: Bengoa. “Aita -narra Joseba- se acercó a la plaza y les dijo que qué iban a hacer. ¿Qué es esto? Les dijo a los de su bando que dejaran el fusil y a Bengoa que se fuera de Abadiño, que no querían verle hasta que se calmara la cosa”, detalla.

«Separatista exaltado»

Pero la calma y aquella ayuda se tornaron muerte para Angulo. El 22 de julio, La Gaceta del Norte anunciaba que había sido condenado a pena de muerte tras un juicio sumarísimo ante un Tribunal Militar. Fue acusado de subversión y rebelión, de “separatista exaltado, siendo uno de los que más tomó parte en el comité de defensa de Abadiano. Intervino en la actividad revolucionaria del pueblo”.

El fusilamiento de este delineante de profesión se llevó a cabo el 5 de agosto de 1937. “No fue fusilamiento; mejor decir asesinato”, diferencia el hijo. “Denuncia, cárcel, juicio, asesinato y para rematar lo echan a una fosa común, pero mi abuelo Federico Torrontegi que tuvo noticias de ello le sacó de allí aquella noche”, subraya Joseba a la asociación memorialista Durango 1936 Kultura Elkartea.

A su juicio, Torrontegi era “duro como el pedernal”. Sacó el cadáver y le dio sepultura digna en un panteón de los Angulo en Derio. Lean: “Cuando mi abuela y abuelo salieron del cementerio en el tren hacia Bilbao, allí se encontraron a unas mujeres postulando en el bar Iruñea con generalotes. Una chica le fue a postular, mi aitite le empujó. Vengo de enterrar a mi yerno, no me pongas una bandera española”, narra Joseba y va más allá: “La chica pegó contra una mesa donde estaban los militarotes y no sacaron el sable por chiripa. Mi abuela, más cauta, le dijo, Federico, bastantes disgustos tenemos para meternos en más. Podíamos haber tenido el segundo”.

A los años, la familia sacó el cuerpo y le dio entierro en el camposanto de Durango. “Abrieron la caja de cinc y aita en el cráneo tenía un agujero. Con los años se podía haber desquebrajado, pero yo creo que fusilaban y remataban. Siempre me acuerdo de eso”.

Conocedores del franquista Varela

Los Angulo, familia acomodada y de derechas, había tratado de buscar indulto para que no mataran a José María, de 35 años. “Mi familia conocía al general franquista Varela, que tenía casa en Durango. Y fueron a Burgos. Consiguieron un indulto pero después de muerto. Eso es lo más cruel”.

La mujer de José María quedó al cargo de cuatro hijos y en un principio escapó con ellos a Espinosa de los Monteros (Burgos) y acabarían viviendo con los Torrontegi en Bilbao. “Un día mi madre paseaba por Algorta y nos dijo por un hombre que vestía chaqueta de cuadros y pajarita y bastón, ‘ese que viene ahí es el que ha denunciado a tu padre’”. Aquella mujer hija de un militante de STV, salió adelante como modista. Su marido había sido una persona “humana, honrada y buena”. “Yo solo tenía un año cuando asesinaron a mi padre, pero me ha quedado un profundo hueco dentro, nos ha dejado a toda la familia un desgarro”.

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