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Mateo Balbuena, aquel teniente comunista que sigue publicando libros a los 102 años

Iban Gorriti

· El antifascista presentó el viernes a los 102 años su decimoquinto ensayo ‘La sumisión de las masas’ en Gasteiz y prepara ya el próximo

«Sobrehumano». Con solo una palabra le califica el periodista Aitor Azurki -autor del libro de gudaris y milicianos ‘Maizales bajo la lluvia’- a Mateo Balbuena Iglesias quien llegara a teniente republicano y que el pasado viernes a sus activos 102 años presentó su decimoquinto libro.

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Mateo Balbuena durante la presentación de su libro en Gasteiz. · PHOTO · José María del Palacio

Aconteció en la casa de cultura Ignacio Aldekoa de Gasteiz. El ensayo ‘La sumisión de las masas’ es una  crítica implícita al adocenamiento. «No me he quedado conforme ni esta vez ni hace tres semana en un museo. Me cortan, no me conceden el tiempo necesario para hablar», denuncia a MUGALARI quien detecta «deficiencias en la compresión histórica, incluso, por parte de historiadores».

En tan inusual acto -contados autores centenarios continúan cultivando el pensamiento- estuvo acompañado, entre otros, por José María del Palacio. «Mateo Balbuena es un vetereno comunista, crítico con la sacralización de esa ideología, pero al fin y al cabo fiel ese espíritu», valoraba e iba más allá: «Hace gala de una inquietud y rebeldía por la emancipación social que son el secreto de su envidiable salud a los 102 años».

Pronto cumplirá 103. «El secreto es pasar hambre: levantarme de desayunar con hambre, lo mismo de comer y cenar. A eso sumo ejercicios físicos y mentales», explica quien cada viernes baja andando del caserío a Amurrio, a seis kilómetros, para ir a comprar. Regresa en autobús. «Suelo comprar cuatro puros Farias. Los deshago y los fumo en pipa el viernes por la noche, el sábado y el domingo. Entre semana, nada».

Y continúa cultivando su huerto y escribiendo. Ya prepara el libro número 16. «Me estoy documentando y ambientando en un estudio sobre la sociedad y el Estado. El origen del Estado», avanza.

mateo balbuena iglesias

· Caserío de la familia Arriaga · Mateo Balbuena Iglesias nació el 21 de septiembre de 1913 en Villamartín de Don Sancho, León. Fue teniente del Batallón Leandro Carro (PC) y de Carabineros en el Ejército Republicano. Con 16 años publicó en un periódico de Madrid el relato ‘Nosotros’ y casi ocho décadas después, ahora, el libro que ha venido escribiendo en diferentes tardes en San Martín de Lezama, concejo que pertenece a Amurrio (Araba). Su caserío perteneció a la famosa familia de músicos Arriaga.

Mateo, quien también residió en Barakaldo y Basauri, fue finalista del Premio Planeta en 1964. Es el mayor diez hermanos. Por ello le enviaron a servir al comercio de unos amigos. «¿Por qué he  tenido que abandonar mi casa?», se preguntaba. En aquellos días una frase le caló: «Lo que está ocurriendo en Rusia es muy importante».  Comenzó a leer cuanto caía en sus manos y a frecuentar el Ateneo Obrero de Gijón. Leyó  ‘El Capital’, de Wenceslao Roces.

En 1932, ingresó en las Juventudes Comunistas y le nombraron Secretario de Agitación y propaganda. Participó en la huelga del 34 en Oviedos y se trasladó a Cruces. En Barakaldo, participó en la fusión de las JSU de Euskadi y fue secretario local. El 17 de julio de 1936 convocó reunión urgente de la JSU para requisar armas en Olabeaga, Lutxana… «El 22 julio, una docena de milicianos salimos de Bilbao a San Sebastián a rendir a los rebeldes en el Hotel María Cristina. El 24 participamos en el acoso a los cuarteles de Loiola», evoca.

· «Dispuesto a resistir» · Amenazada Orduña, se movilizó un centenar de milicianos comunistas, anarquistas y socialistas, en seis camiones, a las órdenes del Capitán Espías, y ya encuadrado en el Batallón Leandro Carro, le nombran teniente. «Nos abandonan o traicionan los altos oficiales, pero mi sección se mantuvo dispuesta a resistir».

Tras evacuar Bilbao, es herido en la mano izquierda y le retiran a Santander y a Gijón. Al perderse Gijón, abandona el hospital y en un pesquero llega al El Havre (Francia). Pero retorna al Estado por Figueres. Le nombran instructor de la 65 Brigada. Ante la derrota republicana arenga a su tropa para huir a Francia y continuar la lucha.

Tras 28 días de travesía vestido de civil es apresado en Broto (Huesca), juzgado en Jaca y encarcelado. Queda libre. Logra empleo en una mina ubicada “sobre Bilbao” por las mañanas y por las tardes imparte clase. Retomó la lucha clandestina con el EPK-PCE y en 1942 fue detenido y encarcelado en Larrinaga.

Nuevamente en libertad vigilada, en 1944 se casa con Consuelo Lopetegui, maestra. Tuvieron dos hijas. Abren una academia en Basauri y le reclama el alcalde: «¿Cómo es que yo le he firmado esta licencia si le tenemos vigilado?” Le dan permiso para ser empresario, pero no para ser profesor. «Franqui -por Franco- fue quien nos la quitó y nos dedicamos a vivir de ahorros, de la huerta y a escribir, liberados del capitalismo. Lo digo en este libro: con el capitalismo la clase trabajadora queda aislada, de ahí el lloriqueo. El trabajador sigue por la necesidad de la burguesía de desarrollar sus propios valores. Los artesanos sí son conscientes de su trabajo».

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