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Zaldibar, un año: de Dionisas, fulanos, menganos y dioxinas, furanos y metano

Antonio Villanueva

Antonio Villanueva

De fulanos y menganos.

De Dionisas, fulanos, menganos y dioxinas, furanos y metano.

Las primeras, las Dionisas, realmente no existen, podríamos imaginar que son gentes seguidoras de Dionisos; reduciendo al máximo las cualidades del mito, lo relacionamos con la embriaguez; pero es también patrón de la fertilidad, la agricultura, y libertador, del ser normal, mediante la locura, el éxtasis… o el vino. Si, las Dionisias, festejos… y no hay nada que celebrar.

Las Dioxinas no tienen ese efecto, no te embriagan, su toxicidad se acumula, te debilita, te come… Cancerígenas.

Los Fulanos: Son aquellos que con su proceder propician que se pongan en marcha actividades, lucrativas por lo general… y destructivas en particular. Retrotrayéndonos a los años noventa del siglo pasado, cuando tras denegado un permiso de actividad, ciertas maniobras políticas, como aprovechar la ilegalización de los que se oponen, entre otras cosas, propician su puesta en marcha.

Los furanos: Amigos íntimos de las dioxinas, suelen ir en el mismo plato, con los mismos resultados para la  salud, ambos, considerados los elementos químicos más tóxicos que genera la actividad humana.

Los menganos: Estos son peligrosos, aprovechan cualquier agujero, cualquier rendija para colarse, utilizan sus artimañas, a sus contactos, y su dinero, para que todo aquello susceptible de peligroso, sea legal, con arreglo a sus intereses, y te seducen con palabras como bien común, puestos de trabajo, creación de riqueza… Son los que se enriquecen mientras unos hilillos de liquido infecto se van filtrando por la tierra, en silencio, invisibles, imparables, contaminando todo  a su paso, reguero lento de muerte.

El metano, gas producido por los deshechos de materia orgánica, si, esa que no tendría que estar en un vertedero si este es para residuos sólidos, El que produce la cremación de la porquería oculta y provoca la nube toxica que se posa en nuestros pulmones, nuestras aguas, nuestros cultivos, nuestra tierra y nuestra vida.

Un año ya.

Un desprendimiento de tierra sepultó la autopista A-8, a la altura de los barrios zaldibartarras de Eitzaga y Sallabente.

Las noticias se sucedieron rápido, pronto se supo que era un montón de mierda de un saturado y mal asentado vertedero lo que había causado la avalancha, lo que hizo que pronto se conociera, quizá no nos habríamos enterado con tanta celeridad de no haber afectado al principal eje de comunicación de nuestro pequeño mundo.

La inicial preocupación fue la búsqueda de posibles vehículos atrapados bajo el enorme caudal de basura repleto de desechos tóxicos que se desparramo por la vía.

Todo hacía presagiar que la desgracia era mayor ¿Cuántos trabajadores habían sido atrapados por el derrumbe? Pronto se supo de la desaparición de dos de las personas que allí trabajaban…

El desastre ocasionado por el colapso del vertedero tuvo tal repercusión que salpico de basura y podredumbre a los implicados y sobre todo a las vecinas de la zona

Como buen vertedero que se precie, pronto comenzamos a notar los olores, y sabores de la cremación, el metano se libero y comenzó una combustión lenta, e insegura, para las vecinas del lugar, que fue creciendo y extendiéndose  en el interior de la montaña artificial, con pocas posibilidades de sofocarlo. Una nube insana se apropio de nuestros cielos y nuestros pulmones, según soplara el viento, los pueblos de alrededor fuimos comiéndonos los resultados del desastre, las dioxinas y los furanos.

Y nos medio confinaron, antes que a nadie, en el año de los encierros, curioso, el único que faltó fue el de todos los años, el que glosara Hemingway.

No hagáis deporte… No salgáis de casa… No abráis las ventanas… ¡No te jode!

Y los fulanos y menganos no eran responsables de nada, los fulanos que aprobaron y firmaron la apertura del pozo de mierda, los menganos que permitieron que se llenase con todo tipo de productos insanos para la salud medioambiental  y que ya se habían filtrado hasta los acuíferos, años antes de que el resto de los mortales, ya antes había quien seguía denunciándolo, fuéramos alertados por el desastre del día seis de febrero del año de nuestra peste particular… Se pasaban la pelota unos a otros, mientras la cabeza más grande de los fulanos se afanaba en sus elecciones a ganar.

El resto.

Los subordinados se jugaban la salud tratando de apagar todos los fuegos, los que ardían en la ladera, los que prendían en las oficinas, los fuegos fatuos que no se podrían ver sobre las tumbas de los muertos… que no descansaban en ninguna.

Y suma y sigue:

-Son los de siempre, los que se quejan por todo, los que impiden que este país florezca, los que no quieren incineradoras, ni celdas de lindane, ni vertidos, ni las enriquecedoras centrales nucleares, ni las térmicas, y no quieren ni vertederos, los que impiden la prosperidad de  este país –

El resto, quien suele sufrir los daños colaterales, como siempre, la población civil, quienes nos vimos inmersas en la vorágine posterior, quienes nos comemos el producto del enriquecimiento rápido de algún puto mengano, compinche de fulano, y a quienes solo nos queda la opción de pedir justicia, aspirar a la justicia; la justicia, esa mujer cegada, que sujeta la balanza que tantas veces se inclina hacia el lado donde están las monedas que por ser metálicas tienen mucho peso.

No, mi querido amigo, no me había olvidado de zutano, lo tuve en mente pero no encontré como situarlo bajo la luz de las velas de Zaldibar Argitu.

De zutano o  butano, fuera de contexto.

Los Zutano, éstos aun tienen más poder, los poderes de la energía, normalmente poco renovable, estos dirigen a los que dirigen, imponen sus normas, sus precios, sus condiciones, de estos no nos libra ni la madre que los parió, mucho menos el padre…

Los representaría con una campana naranja con asas, el butano… pero… cuando llega el invierno…

¿…?

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