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Testigo de cargo… y, en este caso, de descargo (un relato que reseña las entrañas de la concepción del Guggenheim)

Igor Basterretxea Kerexeta

· Historiador de Elorrio

Sin ninguna duda, los amantes o aficionados a la novela negra o policiaca, según hayan leído la primera parte del título de este breve artículo, habrán retrocedido hasta el año 1948, fecha en que la escritora Agatha Mary Clarissa Miller -más conocida por todos y todas como Agatha Christie- publicaba en Estados Unidos la obra titulada Testigo de cargo.

Pues bien, tan solo un año después, en 1949, nacía en Donostia el historiador Alfonso de Otazu, quien ahora saca a la luz su testimonio bajo el título Testigo de descargo. Un texto -lo primero que hay que advertir- muy diferente a los que nos tiene acostumbrados, ya que, en él, alejado de la visión objetiva tan característica en sus múltiples estudios, nos narra su propia experiencia como instigador y desatascador en relación a las creaciones de tres museos estatales: Thyssen, Guggenheim y Picasso.

¡Sí! Resulta que el mencionado autor, discípulo de los eruditos Julio Caro Baroja y Ramón Carande, entre los años 1984 y 2004, es decir, a lo largo de 30 años de su vida, participó de manera activa en la fundación de estas notables instituciones.

Alfonso, en unas 350 páginas, analiza y describe con detalle, siempre desde su punto de vista y opinión, todo lo que ocurrió a su alrededor: desde las situaciones más surrealistas y grotescas hasta los personajes más rocambolescos -conocidos políticos e ilustres personajes en su mayoría-. ¡Y, la verdad, se moja!

Como su título indica, el autor -testigo de primera línea que fue- realiza un relato muy pormenorizado de cómo se gestaron los tres museos. En el caso del Guggenheim, cómo no el que más nos interesa, por un lado, expone minuciosamente, uno a uno, los pasos que se siguieron y, por otro, recuerda a todas las personas, que, de una u otra manera, estuvieron implicadas en el proyecto. Lo adelanto: ¡es un escrito que va a traer cola! Vaya como detalle que, las menores de las anécdotas que testimonia son que, el Guggenheim, fuera ideado por un grupo mayoritario de guipuzcoanos o que la financiación del museo coincidiera con el éxito de la emisión de los pagarés forales, aquellos que en ese momento llenaron de dinero las arcas de la hacienda foral vizcaína y que, además, entusiasmaban mucho al mismísimo Krens.

Es un libro duro y crudo. De hecho, recuerdo mientras leía su borrador, allá por los meses de primavera de este año 2021 -cuando, irrespetuosamente, me tomaba la libertad de realizarle algunas correcciones-, cómo en más de una ocasión le llamé para comentarle frases del tipo: “Alfonso, das demasiada caña al personal”.

En conclusión, y sin querer alargarme más, hago saber con el consentimiento del “testigo” que, la mencionada narración -en formato digital- está a disposición de quien así lo desee en la siguiente dirección: www.testigodedescargo.com

¡Doy fe!

 

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