Terrorismo bancario
Óscar Gómez Mera
Desde el pasado mes de octubre CaixaBank (antes La Caixa) ha modificado las cuotas por mantenimiento de sus libretas y tarjetas. A partir de ya, CaixaBank cobrará a todos sus clientes una cuota trimestral de 60 euros si no tienen domiciliada una nómina superior a 600 euros, o una pensión de más de 300.
240 euros anuales a los que hay que sumar el coste de las tarjetas. Cualquier persona que trabaje a tiempo parcial y cuya nómina no supere los 600 euros, o quien carezca de empleo y no cobre una prestación contributiva (el subsidio por desempleo y la Renta de Garantía de Ingresos no sirven aunque la última pueda ser superior a 600 euros) se verá en la tesitura de que cada tres meses La Caixa le descuente de su cuenta 60 euros.
Desde siempre se ha estigmatizado al pobre, nos han criminalizado haciéndonos sentir culpables de nuestra pobreza. Ahora, CaixaBank va más lejos, y a parte de señalarnos con el dedo para acusarnos de ser pobres, nos va a hacer pagar por ello. No tendrás ingresos y tendrás que seguir pagando la hipoteca, el impuesto de circulación, el impuesto de bienes inmuebles y, además, La Caixa te cobrará un impuesto revolucionario por ser pobre.
Casi sin darnos cuenta hemos ido domiciliando hasta el último de los recibos que pagamos. Hasta el punto que hoy día es imposible contratar un suministro eléctrico, darse de alta en alguna compañía telefónica o concertar un seguro sin domiciliar su cobro. Las empresas que abonan sus nóminas en mano o mediante talón bancario son un rara avis en peligro de extinción. Nos vemos casi obligados a realizar nuestras compras pagando con dinero de plástico. En definitiva, nos obligan a tener nuestro dinero en una entidad bancaria sí o sí, y a usarlo como a dicha entidad le venga en gana. No contentos con ello, ahora pretenden cobrarnos por usar nuestro propio dinero. ¿Gastos de mantenimiento? ¿Hay que cambiarle el aceite y los filtros a la libreta cada tres meses? Tenemos que tener nuestro dinero en el banco y el banco lo utiliza a su libre albedrío obteniendo con ellos suntuosos beneficios. Pero en vez de ser el banco quien nos paga a nosotros por usar nuestro dinero, somos nosotros quienes tenemos que pagar al banco por esos supuestos gastos que el banco soporta. Somos la puta que no sólo paga la cama, sino también al putero.
No sé si el resto de entidades bancarias aplican este tipo de comisiones, u otras aún más lesivas. Lo que sí sé es que si al arriba firmante se le ocurre ir a retirar su propio dinero en ventanilla en vez de hacerlo en el cajero automático, La Caixa le cobra un euro por ello. Oiga, necesito 100 euros de mi propio dinero. Aquí los tiene, pero le vamos a cobrar un euro por venir a dar por saco a la ventanilla, que aquí no estamos para atenderle, sino para ganar dinero. Y lo que también sé es que CaixaBank está a punto de absorber Bankia, esa entidad bancaria que fue rescatada con dinero público (más de 22 mil millones de euros si la memoria no me falla). Un rescate que no será devuelto a las arcas públicas. Un rescate que seguiremos soportando, ahora, en forma de atraco a mano armada disfrazado de comisión por mantenimiento.
El progreso en forma de domiciliaciones, cajeros automáticos, dinero de plástico, banca por internet… no deja de ser otro elemento más de dominación. Ahora se está poniendo de moda el pago con el móvil. No necesitamos chips subcutáneos, ya tenemos nuestros móviles. Móviles que pagamos nosotras. La cuadratura del círculo de la esclavitud. Esclavos que compramos con gusto nuestras propias cadenas.
Los atracadores siempre han estado detrás del mostrador y nunca delante. Qué tiempos aquellos en los que había héroes que, recortada en mano y pasamontañas en la cabeza, atracaban sucursales bancarias.
Lucio gogoan zaitugu!!!
Jaime Giménez Arbe askatu!!!