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Supervivientes

Oscar Gomez

Óscar Gómez Mera

Nací hace 39 años en Euskal Herria. Soy el segundo hijo de un matrimonio formado por un padre de Ourense y una madre de A Coruña que se conocieron en Suiza a donde emigraron para ganarse la vida. Llevo 39 años viviendo en Euskal Herria.

Cuando terminé EGB, allá por 1992, no tenía ni idea de euskara. Por aquel entonces todas las materias se impartían en castellano. El euskara era una asignatura más como gimnasia, plástica o inglés. Se nos impartían las mismas horas de inglés que de euskara. Recuerdo que había un aula a la que denominábamos “los de bilingüe”, a los que les impartían algunas materias en euskara.

Al pasar a BUP comprendí que haber estado varios años con el Baietz 1 memorizando ni naiz, zu zara, hura da… y nik dut, zuk duzu, hark du… no era saber euskara. Me apunté en la Escuela Oficial de Idiomas donde permanecí seis años y adquirí un nivel más que aceptable. Con 20 años empecé a trabajar y comencé a alejarme del euskara por no usarlo ni en mi ámbito laboral ni en el personal. Lo retomé con casi 30 años. Actualmente lo hablo con bastante fluidez, aunque me cueste leer libros y mantener algunas conversaciones si éstas tienen un determinado nivel.

Estuve durante más de 30 años oyendo hablar en gallego todos los días. Era la lengua que usaban mis progenitores para comunicarse entre ellos. A sus hijas siempre les hablaron en castellano. Nunca fui a clases de gallego ni lo estudié por mi cuenta. Lo leo y lo entiendo sin mayor problema, y también lo hablo aunque a veces me atasque y me tenga que pasar al castellano.

Hace diez día desayunaba con dos noticias. La primera decía que desde que en la Comunidad Autónoma Vasca se puso en marcha el sistema de modelos lingüísticos han pasado por las aulas 206.000 alumnas que dicen no saber euskara. La otra noticia era que un partido de cuyo nombre no quiero acordarme, en claro ascenso en las encuestas electorales, solicitaba que conocer las lenguas cooficiales no fuese obligatorio para trabajar en las administraciones autonómicas. Que solo fuese un mérito y no un requisito.

Nunca me ha gustado la palabra normal. Cada vez que oigo que una cosa es normal, o que las personas normales piensan tal cosa o hacen tal otra… se me abren las carnes. Intento huir de la normalidad como de la peste. Desconozco lo que se considera normalidad en lo que a lingüística se refiere. Pero no me parece entendible que un tipo que nació hace casi 40 años en Euskal Herria, que ha vivido aquí todo ese tiempo, que hasta pasados los 30 años estuvo escuchando a diario hablar en gallego, tenga por lengua principal, tanto hablada como escrita, el castellano. Y no el euskara o el gallego.

No estoy renegando del castellano ni mucho menos. La lengua de Lorca y Miguel Hernández es tan mía como la de Rosalía de Castro o la de Lauaxeta. En ella hablo, escribo y he leído cientos de libros en los que no me hubiera podido adentrar si no la conociera. No sería entendible que una persona que nació en Alemania hace 40 años tuviese dificultades para expresarse en alemán. O que alguien de Toledo, Soria o Cáceres no supiera hablar en castellano. Pero parece que sí lo es que las vascas no conozcamos la lengua de nuestro país.

Hay quien necesita atacar la lengua del vecino para defender la propia. Y hay quien del ataque a la lengua ajena construye parte de su discurso político e ideológico. Decía Castelao: se aínda somos galegas e por obra é gracia do idioma. Aprender y usar nuestra lengua, sin imposiciones y menosprecios al resto de lenguas que conviven en Euskal Herria, y también defenderla, aunque no se conozca, es la única garantía de que sigamos siendo vascas. No es una cuestión política ni ideológica. Es una cuestión de pura ecología. De supervivencia.

 

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