Reflexión sobre el 1 de Mayo, Día del trabajo. La gran falacia
Lola Fuentes
· Lola Fuentes es licenciada en Derecho en 2004. Trabaja en el ámbito penal, penitenciario y de familia. Además, es voluntaria militante desde el 2002 en movimientos sociales con personas en exclusión social. Con despacho propio y trabaja con mujeres que sufren la violencia de género. Colabora activamente con la federación Liberación que trabaja para dignificar la calidad de vida de personas drogodependientes y con movimientos que luchan contra los abusos bancarios
¿Qué tipo de trabajo se celebra el 1 de Mayo? Es fiesta en toda España. Lo celebramos como un acontecimiento, las personas que tenemos la gran fortuna de tener un trabajo en este país, donde según datos del INE la tasa de riesgo de exclusión social asciende a un 28%.
Dentro de la exclusión social, entendiéndola con la definición que ofrece la Comisión Europea, una persona vive en riesgo de pobreza cuando no alcanza un 60 % del Salario Mínimo Interprofesional, no gana más de 387,18 euros; o bien sufre el desempleo de larga duración; o cuando no pueden llegar a acceder a más de 4 de los siguientes ítems (1.- Pagar el alquiler o las facturas de servicios públicos, 2.- Calefacción adecuada, 3.- No poder enfrentarse a gastos inesperados, 4.- Comer Carne, Pescado o Proteínas equivalentes cada 2 días, 5.- Una semana de vacaciones fuera de casa, 6.- Un coche, 7.- Una lavadora, 8.- Una televisión en color, 9.- Un teléfono).
España, siguiendo datos ofrecidos por la Organización Internacional del Trabajo, es pionera tras Polonia en ofrecer a la ciudadanía contratos temporales, a tiempo parcial o a través de agencia. Este país una de las cosas que asegura es la precariedad laboral ya que este tipo de contratos no ofrece los mismos derechos que puede ofrecer un contrato a tiempo indefinido. Pocos son los números que da el INE de personas que en su día deciden huir de España al extranjero, para encontrar mejores puestos de trabajo que dignifiquen su calidad de vida, el número va ya por 2.3 millones desde el 2008.
Pero estos son los datos que se pueden ofrecer de la gente que vive en libertad, más agonizantes son los Derechos Laborales de Personas Presas si se puede hablar que tengan algún tipo de derechos. Cuando una persona entra en prisión, y en España ya hay una población reclusa de 59.703 personas, el doble que países como Finlandia, Suecia o Dinamarca, entra en un circuito, donde todo lo que viva parece que está justificado.
En un estudio realizado por la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, obtuvieron como resultados que personas privadas de libertad en cárceles de Córdoba, Badajoz, Canarias, El Puerto de Santa María o Málaga, obtenían como sueldos entre un mínimo de 60 y un máximo de 290 euros al mes.
Este tipo de empleos se obtienen, por buen comportamiento con los funcionarios, que la persona presa sea obediente, sumisa, que no tenga partes y por supuesto tenga buenos contactos. Se entiende dentro de prisión, que el que alcanza un trabajo obtiene allí dentro un gran privilegio o beneficio, algo muy alejado de la realidad y de los derechos laborales establecidos, aunque cuando hablas con ellos/as te comentan, que es la única forma de poder estar mejor mirado, mejor referencia para permisos de fines de semana… y por supuesto de salir de la tediosa rutina de los patios de prisión.
Por estos trabajos tan precarios, después y al salir de prisión le correspondería una prestación de desempleo que podría alcanzar los 100 euros. Las personas presas que trabajen en estas condiciones, al salir de prisión no podrían beneficiarse del subsidio de excarcelación (el paro taleguero) que asciende a los 426 euros, y que es un subsidio que se otorga como ayuda para hacer efectiva la teórica reinserción social. Lo que se vende cómo un privilegio, no solo está muy lejos de serlo, sino que más bien es una encrucijada.
Parece claro que la realidad se muestra muy alejada de lo que leemos en textos legales, que hay realidades que mejor tener maquilladas o ocultas, o lo peor, a veces salen al exterior y la capacidad de reacción del pueblo es mínima.
Da igual las barbaridades que podamos escuchar de abusos laborales cometidos, malos tratos en prisión, altos índices de pobreza y exclusión, reformas legislativas dirigidas al miedo, la opresión y sumisión, si hay de por medio un día de fiesta, una feria, una verbena… la capacidad de reacción es mínima, porque la lucha ha dejado de estar en la calle.