Parques de Ermua
Óscar Gómez Mera
Leo en la edición de EL CORREO del 12 de mayo de 2019 que, tras solucionar varios problemas jurídicos, el Ayuntamiento de Ermua instalará varios juegos infantiles en ocho zonas del municipio. En la mayor parte de estos ocho lugares se colocarán juegos de 2 a 6 años y de 6 a 14, además de mejorar en algunas zonas los elementos para personas mayores. Como ciudadano de la Villa de Ermua y padre de dos hijas usuarias de los parques del municipio me voy a tomar la libertad de dar mi opinión al respecto.
Vivo en el barrio de Sallabente y mi familia y yo somos, mayoritariamente, usuarias de los parques de Errotabarri y del ubicado en al lado del antiguo peaje de la autopista. Salir cada día de nuestro portal con dos niñas de dos años y medio y un mes de edad, respectivamente, ya sea para ir a los parques o a cualquier otro lugar del municipio, no es tarea fácil. Tanto en una dirección como en otra tenemos que sortear vehículos que acceden a las aceras en su labor de carga y descarga, entradas y salidas de garaje cada 15 ó 20 metros, además de zonas de aceras donde los coches aparcan las 24 horas del día. Cualquier persona que se desplace por los barrios de Sallabente y San Antonio (y en otras zonas del municipio también) tiene que hacerlo con mucho ojo. Ojos que se han de multiplicar cuando se empuja el carrito de un bebé y se va en compañía de una niña de dos años que para desplazarse a cualquiera de los parques lo suele hacer llevando su moto, su patín o su sillita.
Teniendo todo esto en cuenta, comprenderá el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Ermua y el grupo del PNV, que es quien le facilita su acción y que al parecer también le asesora sobre parques, luces navideñas y otros temas lúdico festivos, que el padre arriba firmante no le dé excesiva importancia a si en los parques que frecuenta con sus hijas haya un columpio más o menos, un tobogán en vez de un balancín, una noria en vez de un tiovivo, o máquinas expendedoras de chicles, piruletas y chupa-chups. Y que esté más preocupado porque la camioneta que reparte el Pan Bimbo o el vecino al que no le queda más remedio que estacionar en la acera no atropelle a alguna de sus hijas.
Por ello, preferiría que, siguiendo el lema del cartel que el Ayuntamiento colocó en la plaza Cardenal Orbe con motivo del 8 de marzo, sitúen la vida de las personas en el centro y se preocupen más por la integridad física de los niños y las niñas usuarias de los parques del municipio, y menos por vendernos la moto pintada de verde en plena campaña electoral. Porque desde el punto de vista del padre de mis hijas, es preferible que haya algunos céntimos menos para toboganes y balancines, y más céntimos para construir un pueblo donde las niñas y los niños (y quien ya no lo es) puedan circular por las aceras sin peligro de que las atropelle un coche.