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No queda sino batirse

Oscar Gomez

Óscar Gómez Mera

Los miembros de La Manada acaban de ser puestos en libertad provisional. No hay sentencia firme aún. Tampoco la hay en el caso de los jóvenes de Altsasu. Pero ellos continúan en prisión. Y continuarán. Es lo que tiene un estado corporativo. Perro no come carne de perro.

Dos años en prisión preventiva y 6.000 euros de fianza es el precio que la judicatura acaba de establecer por violar a una niña de 18 años. No es demasiado caro. Menos aún si a algunos de los violadores les mantienen el sueldo durante su estancia en la cárcel.

La puesta en libertad de estas cinco bestias inmundas se produce a pocos días del comienzo de las fiestas de San Fermín. ¿Casualidad? ¿Aviso a navegantes? La Audiencia de Navarra acaba de lanzar un mensaje. Alto y claro. Violar es (casi) legal. Lleva aparejado un precio. Irrisorio. Una breve estancia en prisión y cuatro maravedíes.

Toca responder al mensaje. Un estado que permite que cinco energúmenos, entre los que se encuentra un Guardia Civil y un militar, violen en manada a una niña y les salga gratis, no merece ni nuestro respeto ni nuestra obediencia. Toca organizarse. Defenderse. No nos podemos quedar paradas esperando que alguien venga en nuestra defensa. Quien debiera ser el encargado de velar por nuestra seguridad, el Estado, es quien acaba de (semi)legalizar la violación y ponerle precio de liquidación de saldos de enero.

Quien quiere ver a las mujeres pasivas y sumisas, víctimas de violaciones, sólo puede obtener una respuesta. Que las mujeres decidan batirse el cobre, no dejarse humillar, pisar, vilipendiar, violar. Que la violencia que se ejerce contra ellas tenga una respuesta. Clara y contundente. Estáis solas. Estamos solas. Del Estado sólo podemos esperar lo que acabamos de recibir o, en el mejor de los casos, el silencio cómplice.

No podéis dejar que os maten. No podéis dejar que os violen. No podéis dejar que hagan con vuestros cuerpos lo que se les antoje. No podemos. Hace ya tiempo que (n)os han declarado la guerra. Toca ir sacando la piedra de afilar.

Ayúdanos a crecer en cultura difundiendo esta idea.

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