No acepto
Aitor Azurki
· Periodista
Es mentira; lo que nos han contado es falso; o leyenda; y todo junto. No solo en referencia a la batalla de Orreaga, sino también a muchas partes de nuestra Historia, de nuestras creencias del día a día, de nuestra vida. No en vano, tomo prestado el titular de esta columna del documental sobre el punk español de los ochenta que cubrí para Informativos de ETB hace años, ya que resume sublimemente la mentalidad que debería existir en principio ante todo. “Para tener libertad, no libertad de expresión, lo que hay que tener es libertad de pensamiento, porque si usted no tiene libertad de pensamiento, da igual que hable y diga lo que quiera, el Poder se asegura de que no tengamos libertad de pensamiento. Para eso nos educan, para que pensemos lo que él quiere que pensemos”, decía el gran filósofo José Luis Sampedro.
Esto es lo que he podido constatar una vez más con el libro ‘778 La batalla de Errozabal en su contexto histórico’, del historiador Xabier Irujo y publicado por la ya mítica editorial Ekin de Buenos Aires, que lo que nos habían transmitido hasta ahora sobre la batalla de Roncesvalles era falso, erróneo o tergiversado. Porque los vascones, además de ser de ambos lados de los Pirineos, información que hasta ahora se desconocía, no atacaron a la retaguardia del ejército de Carlomagno, sino a todo el ejército.
La batalla, pues, fue campal y no una escaramuza. Las pérdidas, por tanto, para el rey, fueron numerosísimas, entre ellos, importantes e ilustres hombres de su corte. Fue su primera gran derrota; y este libro lo cuenta con detalle por primera vez, apoyado por las últimas investigaciones de la Sociedad de Ciencias Aranzadi. Solo decenas de años después de la muerte de Carlomagno se comenzó a escribir sobre dicho suceso por vez primera; hasta entonces, silencio. Esto lo dice todo.
Un silencio que cierra filas, que amilana, que olvida y, por ende, desaparece para siempre, como hoy en día sucede con multitud de temas de la actualidad en política, economía, historia, deportes, cultura… Muchas veces, además, autocensurados por nosotros mismos, los y las periodistas. Quién sabe cuántas mentiras habremos asumido como realidades objetivas, cuántos datos como verdades incontestables. Jamás se sabrá. Ante todo ello, nuestro primer y primordial trabajo es, pues, el interés, la investigación, la criba, la reflexión y el intercambio de opiniones. Porque solo teniendo verdaderamente libertad de pensamiento individual podremos tener, algún día, verdaderamente libertad de expresión. Hasta entonces, hazlo tú mismo; y que no te lo cuenten.