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¿Lobos con piel de cordero? Lobos con piel de lobos

LOLO

José Carrera ‘Lolo’

Corresponsal Mugalari en Berlín

“Más dinero para la abuela y menos para los gitanos”.

Para las elecciones de ayer en Berlín, este fue uno de los slogans, acompañado de la foto de una tierna y sonriente abuela aria asomada a una ventana con flores. La NPD (Nationaldemokratische Partei Deutschlands) viejo partido ultraderechista creado en 1964 cuelga estos contundentes mensajes en las farolas. Son visibles sobre todo en los distritos del Este de la capital. Es en estos distritos obreros donde más acólitos tienen y donde sus mitines, más que un acto político, parecen una concentración de matones de discoteca con cara de enfadados rodeados por varios miles de policías

En otro cartel tipo cómic, que más que un cartel electoral parece una viñeta de humor negro,  se ve una alfombra voladora con un africano, un hindú y un musulmán con el lema “buen viaje a la patria”.

Mensajes así de directos no dejan lugar a dudas. La persona que vota a la NPD sabe lo que vota. Tienen una larga trayectoria, un mensaje claro y no se esconden detrás de retoricas ni de rostros amables con cara de político convencional. Afortunadamente en las ultimas elecciones generales alemanas cosecharon únicamente el 1,3%. Su mayor éxito electoral data de 1969 con el 4,3%.

Pero, ¿qué pasa con el nuevo partido AfD (Alternative für Deutschland), del mismo corte pero con una forma mas amable de presentarse?

Estas siglas fundadas en abril del 2013, ha crecido de manera espectacular al calor de la polémica surgida por la gestión del gobierno de Angela Merkel en lo referente al millón pasado de solicitantes de asilo llegados en 2015 a Alemania. Dirigido de manera mucho más sutil e inteligente que la NPD, lo que lo hace más peligroso, acaba de obtener el segundo puesto en las elecciones de la “comunidad autónoma” Mecklenburg-Vorpommern con cerca del 21% de los votos (“comunidad autónoma”, por cierto, en la que nació Merkel y con el porcentaje más bajo de inmigrantes de toda Alemania con un 3%). En Sajonia, otras elecciones recientes, contó con el 24% de las papeletas.

Con lemas menos directos en la forma pero igual de contundentes que la NPD, han logrado entrar con fuerza, de momento, en 9 de los 16 parlamentos regionales.

Detrás de lemas como “Berlín necesita respeto” acompañado del escudo de la policía. “Berlín necesita reglas claras” acompañado con la foto de un joven con un jersey de capucha intentando saltar una valla. “Inmigración sí, pero no en nuestro sistema social” o la foto del candidato con una barrera delante cerrando el paso con el lema “es suficiente” (número de extranjeros se presupone) hay un programa que tiene algunos puntos que hace que sea sorprendente y vergonzoso que pasen “desapercibidos” para muchos de sus votantes.

Algunas propuestas como la no firma del TIPP, la gratuidad total del transporte publico, realizar consultas populares sobre temas importantes  (incluso privatizaciones), reducir la influencia de la OTAN, nuevas leyes de protección animal, o la posición contraria a rescatar bancos, pueden sonar atrayentes.

Otras propuestas, como poner fin a lo que denominan “experimento del euro”(lo que era su punto estrella hasta que empezó la ola de refugiados), la disolución y/o refundación de la UE, la reforma de la ley de asilo (reforma que en realidad pretende ser  casi una abolición) o la vuelta a los controles de las fronteras, son propuestas ya conocidas y recogidas en programas de otros partidos que al contrario de la AfD no han logrado pescar en río revuelto.

Dentro del programa de la AfD detallado en su web, está también:  restaurar el secreto bancario, ilimitar la cantidad de dinero para operaciones en efectivo, no endurecer el acceso a la compra de armas a “irreplochables ciudadanos” (literalmente traducido), mantener (o sea, congelar)el salario mínimo de 8,50 la hora (salario neto que no cotiza ningún concepto), más reconocimiento a la familia tradicional retirando subvenciones a los que “voluntariamente eligen otro modelo” (o sea, parejas no heterosexuales), retirar subvenciones a las energías renovables y parar el “desarrollo incontrolado de la energía eólica” (literalmente traducido), volver a la energía atómica hasta “encontrar soluciones”, abolir la doble nacionalidad, limitar las tramitaciones de asilo y seleccionar éstas con “criterios cualitativos” (es decir. Si eres médico o ingeniero y hablas inglés te dejan pasar?, y qué pasa si eres comerciante, agricultor, operario en una fábrica o transportista?).

También, aunque en  los miles y miles de carteles de la AfD que cuelgan de las farolas de la capital alemana casi solo hacen referencia a la inmigración y a la inseguridad (creando inconscientemente una relación), el programa contiene perlas como la restauración del servicio militar obligatorio para hombres y voluntario para las mujeres, fortalecimiento de las fuerzas armadas (es decir, incremento de gasto e industria militar), reducir la edad penal a 12 años, privatizar el subsidio del paro por medio de seguros individuales “cada uno debe preocuparse de sí mismo” (literalmente traducido), abolir el impuesto sobre actividades económicas a las empresas y además se manifiestan contrarios al aborto.

Con ese ideario, pero hablando casi exclusivamente de la inmigración y la inseguridad, han cosechado otro éxito electoral.

Las elecciones celebradas ayer en Berlín han dado la amarga victoria a la social democracia (SPD) con el 23,4%. Amarga, porque nunca el partido ganador había ganado con un porcentaje tan bajo. Le siguen los conservadores de Angela Merkel (CDU) con el 18,6% y los verdes con el 16,7%. La izquierda (Die Linke) sube hasta el 15,3% y la AfD irrumpe espectacularmente con el 13,6% consiguiendo representación en los ayuntamientos de todos los distritos y en el parlamento regional.

Este resultado de la AfD no es homogéneo. Varían entre el 6,2% de Kreuzberg y el 23,2%  en el distrito de Marzahn (distrito obrero del este donde es segunda fuerza detrás de la izquierda, Die Linke, con el 26%). En otros distritos del este también rondan el 20%.

Estos porcentajes, en una ciudad con alrededor de 3,5 millones de habitantes, significa muchísima  gente. Sobre todo en los distritos más obreros, lo que resulta más triste todavía.

¿De verdad sabe la gente lo que vota? ¿Cuántos de estos varios centenares de miles de personas han echado una ojeada al programa de un partido nuevo al que votan por primera vez? Y si lo han echo, vistas las propuestas, ¿de verdad quieren eso para su país?.

El programa está en su web. No esconden nada… para el que lo quiera ver.

Lobos con piel de lobos.

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