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‘La luciérnaga’, por Mariano Martín Martín

MARIANO MARTÍN MARTÍN

 

En la noche cuando ya no brilla,

el sol sobre la cara de la tierra,

y la luna se despierta pajarilla

por la reina ser de las estrellas...

Una luz, que ya no duerme porque vibra,

al saberse paladín de lo que vuela,

transforma su presencia de cartilla

en un canto seductor que se revela...

propio de un actor de maravilla.


De su nombre solo sé lo que prefiera

lo que rima en ese sueño que le espera,

de fulgor, donde los ángeles le animan

con las alas de la ardiente primavera,

a gozar de la pasión donde se estila

el abrazo de la estima y cantinela.


El poeta la menciona y la conmina

cos sus versos, a ser la pregonera,

ninguna otra manera tanto anima

con el ritmo de ensalzarla, aunque lo quiera. 


El sol, que enamorado de la luna

aúna el corazón junto al de ella,

desplazan la tristeza con fortuna

enriqueciendo de alegría e imagen bella,

el encanto que los orna y los admira...

y dulcemente la Luciérnaga los mira

y envidiando sanamente su ventura,

sentida su postura se adecenta

arreglada, reluciente y  aducida,

por el beso que el silencio pone a prueba...

el sonido del amor cuando calienta.


Y su esperanza, ilusionada y que tilila

en ese fuego de pasión que representa,

se presenta ilusionada y decidida

ante una flor que le regale una propuesta,

de cortejo, enamorada y seducida.


Los guardianes de la noche la vigilan

la alimentan, satisfacen y la cuidan,

y su luz les corresponde agradecida

con su alma, con su suerte y con su vida.


Un desfile de colores la destila

a ser néctar de donceles y doncellas,

y los dioses del amor así la priman

degustando su ambrosía y sus centellas.


Tan intensa su luz es y tanto juega

con el cielo, con la tierra, en su rielar,

que la cantiga en un poema se congrega

y se revela en un sonido universal.


Cuando en la noche, con su broche la oscuridad

el camino nos oculte la frontera,

de paso a la feliz felicidad

daré mi mano con cariño a esa lucera,

que me lleve a la morada celestial.

Ayúdanos a crecer en cultura difundiendo esta idea.

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