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La bandera de Navarra

Jose MAri Esparza

Jose Mari Esparza

· Jose Mari Esparza Zabalegi es editor

Emocionado estoy por la decisión de algunos partidos de derechas, PSOE incluido, de manifestarse a favor de la bandera de Navarra. Se ve que han recapacitado y por fin han decidido sumarse a la soberanía del antiguo Reino. No sé quién leerá el comunicado final, pero le he preparado algunos apuntes sobre nuestra bandera, que estoy convencido incorporará a su arenga.

Por ejemplo, debe citar que la primera vez que aparece una mención a la bandera de Navarra es en 1512, cuando el cronista castellano Correa cita “una bandera colorada con ciertas bandas de oro”. Es un honor que la primera vez que aparece nuestra bandera en la historia, sea a favor de la independencia y enfrentada, ¡cómo no! a la de España. “Ellos –nos dice Correa- nombraban Francia, Alemania, Navarra; los nuestros España, Castilla”.

Durante siglos la bandera de Navarra continuó estando bajo sospecha, en un territorio que en 1694 todavía era considerado por la cartografía oficial francesa como “Usurpée par les Espagnols”. No es de extrañar que cuando en 1808 Dominique Garat propuso a Napoleón formar un “Estado Nacional vasco” llamado Nueva Fenicia, la bandera de dicho nuevo estado “sería la de Navarra”.

Suma y sigue: en abril de 1831, la Brigada de Voluntarios del Reyno celebró un acto solemne de bendecir las banderas, lo que provocó una protesta del virrey español porque las enseñas, regaladas por Diputación, eran únicamente las de Navarra y no las del rey de España. La Diputación contestó que seguía siendo “Reyno distinto y separado en Territorio, Fuero y Leyes” y que no podían colocarse otras banderas “sin introducir una novedad muy perjudicial”.

En enero de 1910, la Diputación Foral acordó encargar el diseño de la que en lo sucesivo debía ser la bandera oficial de Navarra. Para ello Diputación consultó oficialmente a tres conspicuos patriotas: Arturo Campión, Julio Altadill y Hermilio Olóriz. El banderío que el día 3 va a acudir a la manifestación debería hacer un homenaje a los tres padres de la criatura: Olóriz, nuestro gran poeta, autor de la Cartilla Foral, para el que Navarra era tronco y matriz “de la Nación Vasca”, y que murió desengañado de una España empeñada en “derribar el árbol santo a cuya sombra vivió feliz la Euskal-herria”. A su muerte en 1919, el Diario de Navarra  lo llamó “El cantor de las glorias vascas”.

Y qué decir de Altadill, autor de la Geografía General del País Vasco-Navarro, nuestra primera gran obra enciclopédica del siglo XX. Gran amante de la Euskal Herria, como lo fuera el gran Campión, el mayor referente de nuestra cultura. Antes de ser bordada, la bandera fue pintada por Javier Ciga figura cumbre de la pintura navarra, detenido y torturado en 1936 por patriota vasco. Otro más, de la misma banda napartarra.

Una vez diseñada, el 17 de julio de 1910 el Diario de Navarra daba la noticia: “Ayer a mediodía se inauguró y colocó en el balcón de la fachada del Palacio Provincial la bandera de Navarra. (…) Bastante público presenció la inauguración de la bandera provisional. También en el Centro Vasco ondeó la bandera de Navarra”. Desde esta primera crónica se desprende que la bandera suscitaba recelos en los españolistas y apoyo entre los nacionalistas vascos y los napartarras, que fueron los primeros en usarla. Ese mismo año, el alcalde liberal de Pamplona ordenó quitarlas de la Plaza del Castillo y sustituirlas por españolas; para el periódico El Demócrata Navarro era una bandera napartarra y consideró su exhibición como “explosión de separatismo”. Pese a todo, fue ganando terreno y balcones municipales, hasta la llegada de la Dictadura de Primo de Rivera, en la que fue perseguida. Un concejal nacionalista de Tafalla, Santi Doxandabaratz, tuvo que escapar al exilio “por haber colocado la bandera de Navarra en el balcón del Ayuntamiento” el día de San Francisco Xabier. Durante la segunda República, recuperó terreno y volvió a muchos balcones municipales, pero con el nuevo golpe militar franquista volvió a desaparecer. Ni requetés ni falangistas la sacaron el 18 de julio del 36. La española y punto.

Conforme avanzaba la dictadura, la bandera de Navarra fue ganando espacios, siempre impulsada por los sectores más vasquistas, fueran nacionalistas o carlistas desengañados. En 1955 se colocó en el Ayuntamiento de Tafalla a instancias, otra vez, de Santi Doxandabaratz a su regreso del exilio. Pero las autoridades españolas seguían desconfiando: en mayo de 1959, impusieron una multa de 250.000 pesetas, una fortuna entonces, al club de fútbol Osasuna, con motivo de su viaje a Caracas para participar en la Pequeña Copa del Mundo. Se les acusó de haber visitado el Centro Vasco; de haber rechazado una invitación de la Embajada de España; de haber sacado la bandera de Navarra al campo de fútbol y de no haber sacado la española. Grande, Osasuna.

El banderío españolista que el día 3 saldrá a la calle solo comenzó a reivindicarla en serio hacia 1977, a la par de la legalización de la ikurriña. En este sentido son esclarecedoras las palabras de Carlos Clavería en el Consejo Foral en febrero de 1978: “Hace dos años yo solicité en este mismo Consejo que se izara la bandera de Navarra en todos los centros escolares y edificios públicos dependientes de esta Corporación, pero no se tuvo en cuenta hasta que ondeó la ikurriña”. Clavería, claro está, también era de la banda abertzale.

De todas estas cosas hablarán sin duda en el acto del día 3. No podía ser menos en el homenaje de una enseña cuyo origen está en nuestra independencia nacional y que siempre significó libertad, patriotismo, tradición vasca, soberanía ante Madrid y unidad éuskara. Por fin, UPN, PP y PSOE se pasan al bando del abertzalismo navarro. Gora Nafarroa Askatuta.

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