Un intento de disipar la niebla
«Yo no era consciente de la niebla de polvo y olvido que rodeaba la figura de Bartolomé de Erzilla hasta que, creo que fue una tarde-noche lluviosa de Febrero en Granada, recibí una llamada de Elena (Elena Orobiogoikoetxea) pidiéndome un texto para arropar las obras para piano que iba a interpretar en un concierto de homenaje al músico».
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