Huelen a sangre
Rafael Hidalgo
Las fechas de las elecciones en España para el Parlamento Europeo, Autonómicas y Municipales se están poniendo a tiro de piedra y quién sabe si incluso las generales. Y las cosas, el ambiente político, empieza a rebullir. Permítanme pues, algún comentario al respecto.
Le preguntaron en una ocasión a Chesterton sobe la opinión que le merecían sus compatriotas ingleses y contestó diciendo que no sabía porque no les conocía a todos. Esa podía ser una respuesta válida si alguien preguntara a la gente sobre la opinión que tiene de los políticos, ya que al igual que el escritor no conocemos a todos, pero… si a una buena cantidad de ellos y lo que se aprecia no es nada bueno y menos cuando en época pre-electoral empiezan a oler sangre poniéndose frenéticos como los tiburones.
Y es que sus dos objetivos estrella son -los demás son de relleno- si están en el poder atrincherarse en él y si no están, asaltarlo, para lo que vale todo. Insultos, espionaje, sobornos, chantaje, calumnias, mentiras, desprecios, chaqueteos, robos,… cualquier cosa que se crea que sirva para debilitar al adversario y enfervorizar a sus huestes y a poder ser minar las de la competencia. Lo demás les trae al pairo.
Harán unos pseudoprogramas que no cumplirán ni de coña, tal como con sinceridad inhabitual manifestaba el viejo profesor Tierno Galván, personaje que por cierto no era de los peores. Disfrazarán las repentinas ocurrencias como de sesudas reflexiones, pero nunca acabarán de darse cuenta -de tal manera les ciega la sangre- que nos tienen hasta el mismísimo moño y que pueden un día acabar con la paciencia del personal y dejarlos en el paro, donde se morirán de hambre. Amén.