Elecciones afectivas en el Museo de Durango
Mugalari
Este periódico digital inaugura hoy una firma. En esta ocasión, damos la relevancia que se merece al concepto Arte, ese que una minoría grandiosa manufactura con letra capital. Esas personas zahoríes de un vocabulario más extenso al vapuleado a diario en nuestros diálogos sin escucha; y con más ejes de conocimiento, queda en las manos de Anisia Serendipia.
Nacida en Elorrio en 1962 y residente en Durango, Serendipia es licenciada en Filología Hispánica, documentalista y complementan su bagaje de conocimiento sus estudios de Comisariado y Coordinación de Exposiciones. Su primera colaboración bajo el apéndice de serie ‘Mis ojos, que codician cosas bellas’ abunda en la exposición que alberga el Museo de Arte e Historia de Durango, con sede en el histórico Palacio de Etxezarreta de Durango.
Anisia Serendipia
MIS OJOS QUE CODICIAN COSAS BELLAS | Una cornucopia de Javier Pérez por la que asoman los pies de Alicia, Levitas gravitas. Una Victoria alada de Samotracia de una serie de «aleteos» de hierro de Ricardo Ugarte. «Silencia. Solo. Ojo por ojo. Huelga de hambre»… los 7 minutos en Los Ambientes hostiles de Txuspo Poyo me parecían nacer del mercurio que mágico avanza y que de pronto clavos, son las teclas de un piano que unos martillos aporrean con juegos rítmicos sobre las maderas de la base de una txalaparta. Y de pronto para mí lo más bello: una Guadalupana (la virgen de Guadalupe, Reina de México y Emperatriz de América cerrada y quebrada) azul mar marino, del color del mar que navega de Nápoles a Capri como una pluma al fondo de la imprenta con la blusa manchada de Andoni Euba. Y el tanque de tormentas verdes y marrones en un zapato de Alejandro Garmendia, óleo sobre tela casi de Prada. Siguiendo el fulgor del fuego (de Aitor Ortiz), que ningún ser humano puede mirar sin un asombro antiguo, por el divino Laberinto de la cabeza de alambres de Zugasti llegué a los párpados del poeta Mallarme, la siesta de un fauno, de Juan Luis Baroja Collet y de Michel HubertLepicouche, un caligrama. En la sala de la sobremesa del durangués VictorArrizabalaga, un libro ¿de Olympia Le-Tan ? entre musgo y escombros de Adrián Ferreño y una estela de Néstor. Basterretxea, por supuesto. Y Begoña Zubero, y Asier Mendizabal, Don Herbert… Son las «Elecciones Afectivas» de Ipiña y Bidaurrazaga. No sabría si son elecciones, si fue la necesidad o el azar, o si fue por Swedenborg, que conversaba con los ángeles en las calles de Londres… pero ahí están, hasta el 8 de marzo en el Museo de Arte e Historia de Durango.
*Anisia Serendipia (Elorrio, 1962) es licenciada en Filología Hispánica, documentalista y atesora estudios de Comisariado y Coordinación de Exposiciones