Economía: de un modelo lineal a uno circular
Ander Zubiria
Cada vez somos más los que entendemos que los recursos que nuestro planeta nos ofrece son finitos y que algunos, de hecho, empiezan ya a escasear. Esto pone de manifiesto la necesidad de ir transitando hacia un modelo económico donde la producción masiva se vaya viendo reemplazada por la gestión eficiente de los recursos y la reutilización, algo de lo que buena nota ha tomado la Unión Europea priorizando la economía de “ciclos cerrados”.
En este sentido, la Comisión lanzó ya en 2015 el «Plan de Acción de la UE para la Economía Circular»; puesto que el esquema basado en ‘cuanto más produzca mejor’, ha evidenciado no solo no ser competitivo para la UE a nivel macro, sino que solo es factible costa de usar recursos naturales que ya no abundan y de pasarle la factura a un planeta cada vez más dolido. Tanto es así que Europa ha lanzado desde entonces políticas de impulso a acciones concretas, modelos de inversión/ financiación y a la investigación en materia de plásticos, basura marina y/o materias críticas.
A nivel nacional, el Gobierno aprobó en junio la Estrategia Española de Economía Circular (EEEC), documento que sienta las bases y marca las pautas para ese tránsito de un modelo ‘usar-consumir-tirar’ a uno basado en ‘reducir-reutilizar-reciclar’. La estrategia se ejecutará mediante planes de acción trienales y busca lograr los siguientes objetivos para 2030 (que serán cuantificados y medidos mediante distintos indicadores):
Fuente: España Circular 2030 (MITECO).
Y a nivel Euskadi, ¿qué tenemos? Pues, desde enero, una Estrategia de Economía Circular 2030 que se marca unos objetivos alineados con lo que Europa y España promueven. Sin embargo, es importante destacar que tanto la tasa de empleo relacionada con economía circular como el porcentaje de reciclaje de residuos es mayor que la media europea y nacional. Aunque viendo el peso de esta actividad en el PIB y la gran dependencia de materias primas, la Estrategia plantea tres objetivos centrales: 1) aumentar la productividad material local, 2) aumentar la tasa de uso de materias circulares y 3) reducir la tasa de generación de residuos por unidad del PIB.
Dentro del ámbito energético, hay también una serie de drivers o facilitadores que son muy interesantes de cara a conseguir los objetivos de la EEC y la descarbonización total del sistema eléctrico en 2050, tal y como propone el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC). Por ejemplo, tenemos la opción de producir biogases o biocombustibles, unas fuentes energéticas neutras en carbono que tratan de replicar a las convencionales; pero, en lugar de usar venir de alternativas fósiles, aprovechan residuos de actividades como la depuración de aguas, la agricultura, la ganadería o los propios residuos orgánicos urbanos. Algunas de las ventajas asociadas, además de cerrar el ciclo, son la limpieza de bosques y/u otros ecosistemas, su carácter local y la posibilidad de utilizarlos en gran medida mediante la infraestructura de la que actualmente disponemos. Otros temas de los que se empieza a hablar ya es del reciclaje de equipos en instalaciones solares y eólicas, así como de la 2ª vida de baterías. Estas áreas son muy interesantes y estratégicas ya que también nos permiten reducir la dependencia respecto a materiales importados.
Para cerrar, nos gustaría volver a hacer hincapié en que ‘circularizar’ la economía es necesario y clave. En que el verdadero valor a futuro estará un poco más en gestionar eficientemente (recursos, energía…) y un poco menos en producir. Las fuentes se van agotando y el tiempo prima, no podemos esperar, hay que seguir buscando soluciones que nos permitan convivir y coexistir con el resto de especies y ecosistemas para así poder dejar a los que vengan detrás un planeta tal y como lo encontramos y, si podemos, mejor aún. Cerremos el ciclo.
