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El duelo, tránsito necesario para la paz interior

Maite Blanco

Maite Blanco

· Maite Blanco Gómez  (Elorrio, 1981) es psicóloga y técnica para la Igualdad

La muerte de un ser querido siempre nos impacta, aunque sea una muerte anunciada, aunque sea una muerte deseada por quien quiere dejar este mundo. Mucho más aún cuando llega antes de lo esperado.

Cuando una persona fallece, sentimos que la perdemos para siempre, no la volveremos a ver, no la volveremos a tocar, y nunca más podremos estar junto a ella. Por un instante, distinguimos con claridad lo que es importante de lo que no. Recordamos los acontecimientos vividos junto a esta persona; los momentos agradables, dulces, tiernos… También recordamos las disputas, lo que dijimos o dejamos de decir, lo que pudimos hacer y no hicimos… Cada muerte cercana nos lleva inevitablemente a un proceso de duelo en el que poder despedirnos de la persona querida.

Asimismo, cuando la muerte no es repentina, también la persona que muere necesita pasar un duelo, un proceso en el que despedirse de la vida y aceptar la muerte. La psiquiatra suizo-estadounidense Elisabeth Kübler-Ross (1926-2004) en su libro Sobre la muerte y los moribundos describió las etapas por las que transita una persona diagnosticada con una enfermedad terminal. Ella dedicó su vida a acompañar a personas en su proceso de muerte y a sus seres queridos.

Culturalmente no se nos prepara para la muerte, al contrario, es un tema que se evita, que tratamos de hacer como que no va con nosotros. Sin embargo, la muerte es parte de la vida, y saber estar al lado de la persona que va a morir y transitar con ella el duelo puede llegar a ser una experiencia vital muy importante. Acompañar en el proceso de dejar este mundo supone mucha comprensión y amor. Así como permitirse y permitir a la persona moribunda vivir los siguientes estados, tal y como los describe Kübler-Ross;

  • Negación: Es un estado en el que nos cuesta admitir la realidad. Podemos tener sensación de irrealidad, de incredulidad; “no puedo creer que esto me esté pasando a mí”, “me cuesta admitirlo”, “no quiero saber”.

La negación es un mecanismo de defensa necesario para ir digeriendo la nueva situación y prepararnos a ella.

  • Ira: Cuando finalmente la realidad se impone, nos da mucha rabia, sentimos frustración, resentimiento, rencor. Nos fastidia que las cosas sean así, que me esté pasando esto a mí. “¿Porqué a mí? ¡No es justo!”.

Necesito expresar toda la mala leche que me genera la nueva situación. Es normal estar irritable, inagüantable, frustada.

  • Negociación: Es una etapa en la que surge una pequeña esperanza, una fantasía de volver atrás, de volver a recuperar lo perdido. A veces, se busca hacer un trato con Dios o con un ser supremo para que nos de otra oportunidad. En esta fase nos preguntamos qué hubiera pasado si… Mentalmente tratamos de ir atrás en el tiempo y ver qué cosas podíamos haber hecho de otra forma para que el desenlace fuera distinto. “¿Y si hubiera…?”
  • Depresión: Se trata de una etapa en la que la tristeza me embarga, nada tiene sentido, nada merece la pena. Me puedo sentir vacía, sin fuerza, profundamente dolida. Las tareas cotidianas se vuelven complicadas, pesadas. No tengo ganas de nada, sólo de meterme en la cama y estar.

Estos sentimientos nos preparan para transitar el proceso. Es necesario pasar por aquí, a pesar de que puedan ser emociones difíciles de vivir y de acompañar.

  • Aceptación: Es el final del camino, cuando ya he transitado por todas las fases, y me he podido rendir ante la verdad. En la aceptación empiezo a sentirme en paz, todo está bien, es como tiene que ser. Ya no me resisto, ni trato de que las cosas sean de otra manera. Me siento en paz conmigo misma y con la vida. Me puedo incluso sentir agradecida y preparada para afrontar la nueva etapa.

Las fases del proceso de duelo descritas por Kübler-Ross no tienen por qué darse en el orden aquí  establecido. Pueden aparecer entremezcladas, e incluso pueden presentarse una y otra vez a pesar de sentir que ya se ha pasado por ahí. Asimismo, puede que algunas personas vivan algunas etapas con más intensidad que otras, o que sientan no haber pasado por alguna de ellas.

Sea como fuere, afrontar una pérdida, cualquier tipo de pérdida, conlleva vivir y transitar por distintas experiencias. Es importante tener la confianza de que todas ellas son necesarias para llegar al final en paz. Necesitamos tener la entereza, el amor y la entrega a la vida que nos permita abrirnos a un nuevo escenario, dejando atrás la crisálida para volar como mariposas.

Es importante que hagáis lo que en verdad os importa, sólo así podréis bendecir a la vida cuando la muerte esté cerca.” Elisabeth Kübler-Ross

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