Dos vivencias con el lehendakari Ardanza

IÑAKI ANASAGASTI

Esta es la última fotografía que envié al Lehendakari Ardanza. Cuando encontraba alguna donde estuviera él, se la enviaba. Están él, Josu Bergara, Diputado General de Bizkaia, María Esther Solabarrieta y Garbi, la mascota que tenía el Departamento de Acción Territorial y Medio Ambiente. Me contestó a principios de marzo así: ”Gracias Iñaki. Recuerdo de tiempos pasados muy buenos”.

Reproduzco asimismo un mensaje cuando le pregunté si a final  de  setiembre iba a acudir al Alderdi Eguna. Me reenvió  el correo que le había remitido a Andoni Ortuzar.

“Querido Andoni,

Con emoción y pena te escribo estas breves líneas en vísperas del Alderdi Eguna 2023 para anunciarte que el domingo no podré estar con todos en Foronda. 

Sí estarán, como siempre mi hijos y nietos. Desde Aralar, no habíamos faltado nunca salvo los dos años de la pandemia. La Salud no me permite pero mi corazón y la ilusión estará en un rinconcito.

José Antonio Ardanza”.

Hace quince día le llamé para interesarme por su salud y pedirle un dato. Me contestó siempre amable, pero con un hilo de voz, cuestión que me alarmó. Solía llamarme tras la lectura de los artículos en Deia e incluso de mi blog divirtiéndole los comentarios de uno y otra y dando algún dato para contestar a alguien.

Afortunadamente en su despedida todos han reconocido su contribución a la erradicación del terror en la vida vasca, al logro de la paz, a  su temple y buen hacer para curar un país y un partido muy enfermo. Honrar, honra.