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Deseos y dudas sobre la escombrera de Zaldibar

 

RAFA HIDALGO

Rafael Hidalgo

Este tema del derrumbamiento de la escombrera de Zaldibar puede convertirse en el acontecimiento político más importante del País Vasco desde el inicio de la llamada transición con la sola excepción de, primero la larga presencia de ETA entre nosotros y posteriormente la desaparición de la misma. En este envite nos jugamos mucho.

La credibilidad de la Justicia, la del partido político mayoritario del País, la de los dirigentes políticos y de la plantilla de un departamento tan importante como el de Medio Ambiente, la ocasión de afrontar el tema del almacenamiento de residuos con una perspectiva de salud más que economicista, la aclaración del desequilibrio que se está produciendo actualmente en el número de escombreras (autorizadas, cabría añadir porque ilegales existirán unas cuantas) ya que existen, 13 en Bizkaia, 3 en Gipuzkoa y 1 en Araba, lo que supone un claro desequilibrio que habría que explicar y la definición de si hacer pública o privada o de carácter mixto la explotación de los mismos y para acabar el firme propósito de seguir de manera continuada el cumplimiento de la normativa que se apruebe respeto a su funcionamiento.

Por otra parte, el «mal entendido» entre el Juzgado de Durango y la Ertzaintza tras la puesta entre rejas de tres personas relevantes de la compañía que explotaba la cantera, aparte de ser un negativo comienzo, apunta maneras de que el tema puede acabar como el Rosario de la Aurora, lo que supondría un tremendo fiasco para la credibilidad de nuestras instituciones.

Con estos antecedentes previos tengo verdadera curiosidad por ver cómo acaba toda esta historia ya que hay un montón de incógnitas por despejar, como por ejemplo: cómo se definirá la muerte de los dos trabajadores, cómo se materializa las compensaciones económicas a las familias de los trabajadores fallecidos, cómo se concreta el más que evidente delito ambiental producido, quién pagará los cuantiosos gastos que están originándose en el proceso de vaciado de la escombrera, donde se están llevando los escombros, como se juzgará la clara inacción de los responsables políticos y técnicos del departamento de Medio Ambiente del Gobierno Vasco, si el desastre producido servirá como experiencia de cómo gestionar los residuos en un futuro, en qué quedarán las responsabilidades de los propietarios del vertedero así como la de sus gestores. El resultado de este juicio, insisto, debería marcar en buena medida la forma de gestionar las escombreras en un futuro, lo que quiere decir que nos jugamos mucho en el empeño.

Deseo finalmente clarividencia y suerte a la jueza o juez que llevan el caso, toda vez que su independencia de juicio está fuera de duda, sin olvidar por supuesto la debida decencia de los políticos que giran alrededor del caso.

 

 

 

 

 

 

 

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