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De putas

BIXEN

Vicente Carrasco ‘Bixen’

Corresponsal de Mugalari en Estocolmo (Suecia)

Con todo esto del caso Torbe (y sus películas y sus esclavas y sus amigos millonarios y caprichosos) han salido a relucir unas cifras aterradoras.

Lo primero que en torno a 12.000 mujeres viven esclavizadas y dedicadas a la prostitución en el Estado Español según el Ministerio del Interior.

Pocas se me hacen. Y no solo porque no me fie del Ministerio del Interior, aunque también y bastante. Esas chicas que veía en los polígonos, en las rotondas, a las tantas de la mañana, casi desnudas mientras caía la helada y a pocos metros el cochazo negro con las lunas tintadas donde estaban, bien calentitos, los cuatro macarras cuidando de su “ganado”. Y hasta en eso salían perdiendo esas pobres, porque el pastor muchas veces pasa el mismo frío que sus animales, si no más.

Esas chicas de los polígonos de la periferia de las grandes ciudades españolas,  que cuando paras en un semáforo salen desnudas de detrás de una sombrilla. Y allí al fondo pero sin perder comba los tipos patibularios que cuidan de que todo siga como está, porque no hay nada más conservador que una organización criminal de las de ánimo de lucro por encima de todo, la pura expresión del capitalismo. Y en el limpiaparabrisas una octavilla en la que en letras bien grandes te dicen “Ahora que nadie te ve”. Lunes, 8:30 de la mañana. Cuando lo ponen es porque funciona.

Que entre el 30% y el 40% de los españolitos haya usado servicios de prostitución me deja pasmado.  Que hayan ido alguna vez no quiere decir ni de lejos que sean habituales, pero he visto cómo están los aparcamientos de algunos “clubs”. Algunos son tan grandes como los de las discotecas, pero parece ser que hay menos ambiente.

He leído entrevistas y sigo en twitter a alguna prostituta que lo es de forma totalmente voluntaria y se encorajina bastante, cosa lógica, cuando la quieren rescatar. Porque ella hace lo que hace porque quiere hacerlo y encima dice que se le da bien, así que por qué lo va a dejar.

Yo tenía la idea preconcebida, muy cómoda y muy fácil de entender, de que TODAS las mujeres que se prostituyen (y los hombres también, pero la inmensa mayoría son mujeres) lo hacen forzadas por unas circunstancias muy cuesta arriba, como las heroinómanas de los 80 y 90, aquellos esqueletos andantes con calentadores a lo Eva Nasarre y pintadas como puertas,  a brochazos, para intentar ocultar en lo posible los estragos del hambre derivada de su adicción, o directamente por un chulo que las apalea, las aterroriza con vudú, con su conocimiento de sus familias en el pueblo del que salieron para ser secretarias o destruídas porque ese mismo chulo es el que las enamoró y se las llevó a España a venderlas a una banda de canallas por 5,000 Euros que ella generará cada mes pero su deuda (porque encima tienen una deuda) crece y crece y crece.

Todo esto sigue pasando. Pero no todo es así. Descubrí hace poco que hay quien lo hace voluntariamente. Que hay incluso una mujer, al menos una, que ofrece sus servicios a personas en situaciones complicadas como grandes quemados, personas con una movilidad muy reducida y similares.

Leer cómo explica lo que hace es como caer por un tobogán por el que no quería caer, sentado como estaba en mi caballo blanco, con mi reluciente armadura y una idea binaria y perfecta de la justicia. Además en Suecia hace años que no se castiga ni persigue a las prostitutas, sino a los proxenetas y (aquí viene lo bueno) a los clientes.

Las mafias traen a chicas de los países bálticos y del Este de Europa y toda esta persecución más o menos feroz pero eficaz tiene el desafortunado efecto de acercar todo esto a lo más extremo, sórdido y brutal. Aún más. Aquí no hay clubs de carretera, neones ni anuncios en prensa más o menos eufemísticos. Pero al menos cuando cae alguien importante (por ejemplo el día que cayó nada menos que el responsable de la persecución de la prostitución) sale en las noticias. No es algo que se asuma como normal, ni mucho menos algo a lo que resignarse. Es un paso adelante, creo. Pero no se si totalmente en la dirección correcta.

No creo en la distinción entre “de lujo” o no. No hay dinero que compense tener sexo con una persona con la que bajo ningún concepto querrías tenerlo si ha sido mediante coacción e incluso peor, teniendo además que actuar como si todo fuera maravilloso y con los otros no, querido, pero contigo lo haría hasta gratis porque eres fenomenal. Y donde digo “sexo” no me refiero necesariamente a la cópula romántica, no sé si me explico.

¿Pero hay que cerrar la puerta del todo porque no se ha sabido hacer bien? Porque hay pocas cosas tan estúpidas y frustrares como salvar a quien no quiere ni necesita que le salves.

Dicho esto, me quedo muy preocupado. Allá cada cual con lo que hizo una vez, o siete, hace ni sé los años. Bueno, no es que me de igual porque no puedo evitar juzgar, pero no es justo tampoco, que perfectos no somos nadie y no podríamos defender tampoco absolutamente todo lo que hemos hecho o dicho. Pero seguro que conozco gente que va a esos clubs donde rotan a las chicas cada tres semanas (para que no establezcan relaciones ni entre ellas ni con los clientes), donde seguro que no hay muchas que estén ahí porque prestan un servicio y se ganan muy bien la vida.

Como me contó un amigo que iba a estos sitios en sus tiempos mozos, antes los momentos altos de público, que es cuando él iba, eran los domingos por la tarde y noche. Ese tipo de días en los que la mayoría de la gente está de mal rollo porque al día siguiente es lunes. Iban ahí medio de mal rollo y salían sintiéndose muchísimo peor. Sin excepción, me decía. Nadie se iba para casa como si viniera del fisioterapeuta.

Ahora gente joven lo ha incluido en sus celebraciones y van el sábado por la noche. Supongo que es esa gente que salía antes en plan “hoy follo o me pego” y por supuesto se acababan pegando con alguien de todas todas. Esa y mucha otra, porque tantos no pueden ser. Ahora no se les ocurre vacilarle a la recua de asesinos que hay en la puerta del club, pero son esas chicas, las únicas de todo ese sarao que  no quieren estar ahí, las que tienen que bregar con su “follo o me pego”.

Quiero saber quiénes sois. Decidme quiénes sois.

*Vicente Carrasco ‘Bixen’. (Tarancón, Cuenca, 1970)

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