… danzad, danzad, malditas!
Elene Carreto Vélez
Hoy es un Día Internacional de la Danza un tanto curioso, ya que no podremos sacar la danza a pasear por las calles como hacemos habitualmente cada 29 de abril. Paradójicamente, este estado de súper conectividad que nos ha sumido el encierro podría servir para llegar a más personas que nunca. Este año la celebración ha cambiado de formato y en vez de organizar diversas actividades al aire libre, no serán pocas las creadoras y bailarinas que han subido fotos y videos para celebrarlo.
No obstante, me gustaría que el día de la danza no fuera solo una celebración, sino que, especialmente en estas circunstancias, sirva para poder reivindicar, hacer reflexionar y concienciar a la sociedad sobre el valor de la danza y la precaria posición que ocupa en ella.
Creo que quedarse en la superficie y valorar que la danza es solo estética es no entrar en profundidad en la materia. Es como decir que una lengua solo sirve para entenderse, sin tener en cuenta toda la carga cultural que conlleva. Desde mi punto de vista, la danza es una herramienta para cambiar la sociedad. Por un lado, a través de creadores e intérpretes que mediante su obra hagan reflexionar y aporten una visión crítica de sucesos que se estén viviendo en la sociedad. Esto es, pueden ser parte y impulsar (o frenar) los cambios sociales que se vivan en este instante. La danza puede hacer un papel en el que entretenga a un receptor o puede ir más allá y ser una herramienta para el cambio y la construcción del futuro. Por otro lado, se puede trabajar mediante proyectos pedagógicos o de mediación en los que las profesionales de la danza hacen participes a diferentes colectivos o entidades. De esta manera, se puede descubrir un nuevo lenguaje con el que comunicarse y transmitir emociones con otras o con una misma. Es importante resaltar todos estos aspectos, ya que de esta manera podemos comenzar a ser conscientes de lo necesaria que es en nuestra sociedad.
La creación de una obra o proyecto de mediación requiere de una larga reflexión y trabajo previo, por lo que todas las personas involucradas en este sector son pensadoras y creadoras que merecen trabajar con unas condiciones dignas. Debemos ser conscientes que su trabajo también se paga y que deberían poder tener los mismo recursos económicos y no económicos para poder vivir con solvencia. Por ello, debemos reflexionar sobre el hecho de que al igual que estamos acostumbradas y dispuestas a pagar una entrada para un partido de futbol, estemos preparadas para pagarla en un teatro. Es normal que la sociedad no la valore puesto que la danza nunca ha ocupado un lugar central en la educación ni en la cotidianidad. Por ello, creo que se debe hacer un esfuerzo por parte de todas para poder incluir la danza como una de las bases de la educación y pueda ocupar otro lugar en nuestras vidas.
En definitiva, en un día como hoy, en la que la danza es capaz de llegar directamente a los hogares, creía conveniente hacer reflexionar sobre los puntos tratados anteriormente. En este caso me he referido a la danza pero muchos de los aspectos se puede extrapolar a las artes escénicas o cultura en general.
En el siguiente link podéis encontrar el mensaje escrito para el día de la danza en el 2020 del que he extraído dos frases que me resultan interesantes:
“Nuestra danza debe más que nunca dar una fuerte señal a los líderes mundiales, a aquellos a quienes se les confía salvaguardar y mejorar las condiciones humanas de que somos un ejército de pensadores furiosos y que nuestro propósito se esfuerza por cambiar el mundo paso a paso”
“La danza es libertad y a través de ella debemos liberar a los demás de las trampas que enfrentan en diferentes rincones del mundo. La danza no es política, sino que se vuelve política porque lleva en su fibra una conexión humana y por lo tanto responde a las circunstancias en su intento de restaurar la dignidad humana”
Por ello, os invito a bailar y agitar la mente y el cuerpos,
Dantzazazue!!
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