Adoradores de la asquerosidad (en 25 fotos)
Tony Alonso
Hace ya muchos años que estoy convencido que esta sociedad sufre de un Síndrome de Diógenes crónico. El gusto por la acumulación de basuras es una de nuestras señas de identidad. De no serlo, resulta inexplicable que podamos vivir tan ricamente rodeados de asquerosa basura y que nadie (nadie) tome ninguna medida eficaz para evitarlo.
Sí, sí. Ya sé que de vez en cuando se hacen campañas de limpieza de las orillas de nuestros ríos. Pero la realidad es que no se ataja a la raíz del problema. No se han tomado (ni se toman) medidas y, día tras día, quizá mirando a otro lado, pasamos de largo acostumbrados a vivir con lo asqueroso.
Como ejemplo, hoy, paseando por una zona «verde» de nuestro municipio, Durango, no he tenido que hacer ningún esfuerzo para encontrar estas imágenes que ilustran perfectamente la adoración que practicamos con tanta devoción.
Las basuras enzarzadas en las orillas del río Ibaizabal y colgadas de los árboles es algo tan humano…
Yo diría… estoy convencido que el 90% procede de las innumerables huertas que proliferan sin control en terrenos que corresponden a los márgenes de nuestras riberas.
¿Huertas ilegales? Seguramente.
En ellas se pueden ver los plásticos y cerramientos que sin remedio acabarán adornando el río en cuanto llegue la primer crecida invernal.
Lechugas, que alguno considerará ecológicas, bañadas por aguas insalubres. Gallinas, ¿de huevos rebozados de mierda? Conejos… Perros encadenados o encerrados a los que, en el mejor de los casos, se les alimenta una vez al día… o cada dos…
Animales sin ningún tipo de control sanitario.
Y patos… ¡Pobres patos!
No es opinión: es afirmación. Somos verdaderos adoradores de lo asqueroso.