Sobre Séneca y otras tonterías

No pude conocer a Séneca, no por edad, cosa harto difícil, si no porque la vida me llevó por otros derroteros: Tres años de oficialía industrial, lo anterior a FP,  y sin aprobar el último curso, pero supe cosas de él, una de ellas, su final.

Llevo tiempo haciendo chistes sobre la vacuna de Astra Zeneca: Séneca se cortó las venas, Astra, una marca de pistolas… ¡Hum! «Mala pinta tiene», decía yo…

Por el contrario también pedía que, a mí, la vacuna que me tocara fuese la de Johnson  and Johnson,  Jehnsen, Jansen  o como quiera que se llame, por el mero hecho de poder oler a Nenuco seis meses ja-ja-ja.

Hace poco ayudé a alguien cercano a que se sintiera mejor a la hora de inocularse una vacuna que empezaba a parecer “maldita”, ahora quizá no le pongan la segunda dosis.

De imbéciles está el mundo lleno, empiezo a pensar que la mayoría son políticos, ya antes me daba el “susmo”… Me suelo incluir cuando hago una aseveración de este calibre. Hoy no, solo me siento un pardillo que es parecido, sino igual.

Estoy cabreado, muy cabreado. Primero, que era mejor, la vacuna, para menores de 60, luego que hasta los 65 iría bien. Ahora sacan a los menores de 60 pero la aumentan hasta los 69. Claro: Lo comprado hay que consumirlo.

Me parece una auténtica tomadura de pelo. No entro en que sea o no segura. Solo llego, simple de mí, a la barbaridad, por no decir estupidez, que veo-oigo-leo a mi alrededor.

“Os mando al guano y me quedo tan fresco”, que decía una canción de los años ochenta.