‘BiZi’ · Un resucitado EtxE ‘conquista’ al público de Plateruena con su concierto más libre
Iban Gorriti
De nuevo el corazón palpita sobre el escenario. ¡Ya era hora! Las cuerdas vocales arrastran al público respetuoso en Plateruena. Hace breves momentos ha finalizado el concierto de EtxE en Durango. El de Berriz, junto al guitarrista Iban Gurrutxaga, han firmado un set de quitarse el sombrero.
Hastiado y hostiado por la industria musical que vende paraísos inciertos buscando dinero fácil –Ilusio Faltsuen Mundua-; herido y árido por el fallecimiento hace siete años de su hermano Zigor; jubiloso sin jubilar por su pasión por la música… Ante una persona así, ha sido toda una suerte haber estado a su lado esta noche. Al lado de su familia, al lado de quienes saben que su voz es de las mejores graves de Euskal Herria, al lado de un guitarrista de premio gordo de lotería como es el amezketarra Iban Gurrutxaga.
Recuerdo dos conciertos de EtxE en esta misma sala que hace 20 años hubiera sido un búnker y referente de la cultura compartida. Al grano: en el primero, el amigo Iñaki abría para Ruper Ordorika. Inseguro en los dedos de sus manos sobre las seis cuerdas, pero muy seguro de proyecto propio, de canciones ya entonces llenas de sentimientos.
La segunda ocasión que evocaba mientras esta noche sonaban Hori da dena, Bi Begi, Zatoz Nirekin o Bi Mila Hitz -tema de Seiurte, músicos que han arropado entre el público al vizcaino- era de Etxezarraga, recién llegado del programa El Conquistador del Fin del Mundo. Entonces, lo tengo bien grabado, quien también fue concursante de aquella edición Maider Otegi viajó a Plateruena para cantar la preciosa Munduaren Amaiera Konkistatzen, melodía que hoy ha cerrado el bolo como segundo beste bat. También acudieron a la cita los aventureros Lur Ibarra e Iñaki Sagarna Txileno. Al ganador de su edición Narkor Markez también le hubiera gustado estar presente.
Esta noche, todo ha sido recuerdos. Quizás, ha pesado más el pasado que el presente, aunque también se han sentido píldoras de futuro al cantar a Jokin y Markel, hijos de Iñaki y una, lógicamente, emocionada Naiara. Ella misma hacía saber que las candelas encendidas en las escaleras del escenario gritaban algo a la vista y que ha pasado desapercibido para la mayoría del público sentado en el local. Algunos lo sabrán al leer estas líneas o ver la fotografía.
Cuatro letras, las mismas del disco BiZi. Sabido que seguimos vivos y que hemos cantado y cantaremos al pasado, las sonrisas que han vuelto a brotar han sido las puertas, los pasaportes directos a esperar el próximo disco que si me lo permite Iñaki debiera hablar de nuevos horizontes, partiendo de que esta noche, después de años, ha sido un músico, amigo, hijo, padre, marido, amigo… LIBRE.