‘Anboto, desde el monte bombardeado’, por Stan Wise
#TURISMO VISUAL
#AUTORES/STAN WISE
De Urkiola en sentido hacia el cielo, se asciende a un monte que conserva los cráteres de las bombas de aquellos que no tuvieron escrúpulos en atacar la democracia republicana legítima en 1936.
Subiendo, a escasos dos kilómetros del puerto de montaña de Abadiño,
el paseante -no hace falta ser montañero- se detiene entre las sombras de las ramas un pino.
Con su teléfono móvil busca el camino que ataja la vista a la cumbre de Anboto.
Allá, a lo lejos, convertida la mole en los pies de la Dama tumbada.
En el punto más o menos fuerte del encuadre.
Pocos metros después, el nieto deja la calzada, y mulle sus zapatillas sobre la alfombra verde natural.
Ahí, comienzan los agujeros que dejaron los bombarderos fascistas. Aquellos aliados totalitaristas que atacaron a los gudaris en Saibigain.
Y, hoy, a diario, continúa el viento guerrero remontando como queriendo desestabilizar aún aquellos aviones fachas.
Lo hace más de ocho décadas después, cuando aún hay quien desde Madrid llama a que vuelvan a planear, a asesinar, a odiarnos: a ti y a mí.