¡Que la tierra te sea leve, Lucio!
«Recuerdo con especial cariño las ocasiones en las que me acogió con los brazos abiertos en su casa del barrio parisino de Belleville. La primera de ellas, llegaba sola a la Rue des Cascades, algo nerviosa, no lo niego. Enseguida me abrió la puerta y desde ese instante me trató como si me conociera de toda la vida».