La Náusea
«Me enamoro fácilmente de los camareros porque me dan lo que quiero y, en general, saben escuchar. No pido más. Admito que tanta mala baba pueda ser fruto de la más banal envidia. Todas esas parejas caminando enlazadas, con sus manos sudadas. Pero luego veo el arrepentimiento en los ojos de tu novio, el que te ha dejado preñada. No quiero eso, en realidad».