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Aquel milagro en fiestas de San Antonio

En mi primera colaboración con Mugalari (ahora MUGA) fechada el 31.07.2021 comenté que mi intención consistía en recopilar crónicas jocosas y humorísticas cuyos protagonistas fueran personajes chirenes y castizos para empezar el día con una sonrisa que buena falta nos hace pues ya se (encarga la prensa y los medios de comunicación) de amargarnos los días con politiqueos y  desgracias. Pero no he podido dejar de publicar un hecho luctuoso ocurrido en las fiestas de San Antonio que podía haberse convertido en una gran tragedia y quedará para siempre en la historia de Durango.

Ocurrió el 12 de junio del 1854. Se tenía por costumbre para celebrar los “San Antonio” organizar partidos de pelota para lo cual cerraba el frontón con un entramado de madera con tendidos, al parecer  “de toda confianza”.

Estando los graderíos atestados de público y en pleno desarrollo de uno de los partidos, un montón de niños en un numeró aproximado de 100, estaban apretujados contra las maderas en la zona trasera con el fin de poder ver el partido por entre las rendijas de las maderas.

Cuando los pelotaris estaban calentando apareció en Ezkurdi una compañía de titiriteros que a golpe de tambor y a grandes voces anunciaban que en breve daría comienzo la función de los comediantes con sus equilibrios, malabarismos, etc.

Ante semejante espectáculo todos los niños corrieron al lugar en que se celebraría la función circense.

No pasaron ni dos minutos cuando se desplomó todo el entramado de madera, gradas incluidas, hacia atrás  justo donde habían estado los niños. Toneladas de madera más el peso del publico que atestaba el graderío al conjuro de los mejores pelotaris de la época. Docenas de espectadores resultaron heridos, muchos de ellos de gravedad. De hecho, falleció un durangués llamado Prudencio Amezua de 69 años.

En resumen; que gracias a los titiriteros, aunque involuntariamente, libraron a Durango de una mortandad espantosa de niños y en un pleno especial y por unanimidad se aprobó y así se hizo premiar a la compañía de saltimbanquis con 80 reales de vellón y tengamos en cuenta que por aquellos años 80 reales no eran moco de pavo.

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