Iñaki Anasagasti
Ayer se ofició su funeral en Durango. Hace quince días hablé con él. Le había hecho llegar el cómic que mi hermano Koldo había redactado como guionista y el pintor Humares habían hecho hace más de tres décadas. Él no lo conocía y le había gustado. Le añadí uno reciente sobre la batalla de Amayur. Era un camino que pensaba incursionar a sus 90 años, con criterios divulgativos. Me dijo que no estaba bien pero que tenía cuerda para rato. No ha sido tal y ha fallecido con las botas puestas y proyectando nuevas iniciativas que siempre llevaba a cabo. La pandemia le impidió organizar unas Jornadas sobre Periodismo Vasco en América, y al no poder hacerlo, publicó todas sus ponencias que quedan ya como consulta. Ha sido su último aporte. Nadie como él.
No he visto a nadie con más curiosidad, más vocación divulgadora, más trabajo de hormiga, más capacidad de innovación, más crítico, con razón, de la burocracia creciente y sin alma que le hacía esperar en las antesalas, ni a nadie más enamorado de su pueblo. Di cuenta de la última comida en Durango con él, ya en silla de ruedas, y con un grupo de gentes que seguíamos con respeto e interés sus iniciativas.
Y no olvido cómo le conocí.
Estaba yo en la oficina del Bizkai Buru Batzar en la calle Marqués del Puerto 4. En 1977, ”Un señor quiere saludarte”, me dijeron. Le recibí. Me pedía que le consiguiera el Diario Oficial del Gobierno Vasco de 1936. «Aquel gobierno creó una Administración y sus acuerdos se publicaban en euskera y castellano. Quiero reeditarlo para que la gente sepa que una sociedad democrática tiene instituciones“, me dijo. Y lo hizo.
En otra oportunidad me pidió le consiguiera el discurso de descargo del Lehendakari Aguirre en el Congreso Mundial Vasco de 1956 en París. Lo reeditó. Tenía sentido de la historia y de lo institucional ante una Euzkadi en 1976 y años posteriores que no sabía nada de nada porque le habían hurtado su pasado. Y se quejaba últimamente de como el Departamento de Cultura no reeditaba a tantos periodistas e historiadores, la mayoría enterrados en el exilio y sin el menor reconocimiento. ”Reeditar esto es el chocolate del loro pero están más a salir en las letras negritas. No hay sensibilidad ni visión”.
Había fundado Gerediaga Elkartea que dio paso a la Feria de Durango. Cuando le otorgaron el Premio de la Fundación Sabino Arana pidió que hubiera dos Ferias, porque la actual Feria se había comido al libro. El disco, el CD, lo electrónico se ha impuesto al libro. Debería haber dos Ferias. No le hicieron caso. Y me comentaba socarrón: ”Seguro que todos los que me niegan esto darán codazos por estar en mi funeral pero a mí me gustaría más que me hicieran caso con lo que les pido. Le he solicitado a quien tu sabes una entrevista. Me ha dicho que encantado y siempre que me ve me dice que está en ello, pero no me llama. Sabe que voy al grano y le voy a pedir algo que no puede rechazar y prefiere no dar la cara. Leopoldo, te quiero mucho, pero no te hago ni caso”.
Ha fallecido Leopoldo Zugaza. Iban Gorriti ha publicado una semblanza de él con un titular que lo resume bien todo: “Euskadi pierde a Leopoldo Zugaza, figura poliédrica descomunal de la cultura vasca”.