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ALICIA NOLAND ESTRENA EL LIBRO ‘EL TIEMPO DORMIDO’: «Durango es un pueblo de cuento»

 

Alicia Noland ha escrito El tiempo dormido, un libro publicado por La Marca Negra Ediciones. El ejemplar cuenta con 90 páginas y una mitad del mismo está dedicado a Durango.

Alicia Noland con su libro. Susana López

¿Qué es El tiempo dormido?

El tiempo dormido es mi memoria de aquellos meses confinados. Lo que sentí, las preguntas que me hice; lo que soñé, la sensación de irrealidad, recuerdos de juventud y de infancia, de personas queridas, esperanzas y buenos propósitos, aprendizajes y descubrimientos. De toda aquella obligada vida hacia adentro están hechos los que denomino en el prólogo cuentos no cuentos, y los cuentos que son sueños.

Todos aquellos meses había una pregunta que no me dejaba, «¿de qué no somos capaces?», consciente de ser por primera vez tan consciente de la fuerza del instinto que nos ha traído hasta aquí, a través de los años a millones. Nos miraba, me miraba, tan ordenada y obediente, y, a los pocos días, adaptados a la nueva situación como si no hubiésemos hecho otra cosa. Y es que la vida sigue, aunque rara y otra, siempre sigue, obstinada, incansable, asombrosa. Y El Tiempo dormido es también juego, risa, ocurridos y ocurrencias, deseo, días felices, cuentos que son solo cuentos.

El tiempo dormido son los preciosos y brillantes recuerdos de mis días en Durango, que en aquellos meses quisieron salir a relucir, y no podía ser de otra forma. Durango era mi pasado reciente, y hacía planes para regresar cuando nos confinaron. Memoria de los días que volverán, con esta frase ponía fin a cada uno de los relatos de Durango, como si fuese bruja y éste fuese mi conjuro.

Esa misma magia está detrás del título del libro:

El tiempo parecía detenido, varado, congelado… Yo lo quería dormido, como en los cuentos, y así todo lo que me era querido seguiría allí cuando se rompiese el hechizo que nos tenía tras el cristal.

Dedica casi la mitad del libro de 90 páginas a Durango. ¿Cómo llegó a apasionarse por este pueblo siendo usted de Murcia?

Mi relación con el País Vasco viene de muy lejos, desde mis primeras lecturas y las que siguieron: Baroja, Unamuno, Blas de Otero, Aramburu, Bernardo Atxaga…  Y lo he visitado con frecuencia en vacaciones, con la familia, un tiempo que viví en Madrid, y me pillaba muy cerca. Pero más Gipuzkoa que Bizkaia, y de Bizkaia solo Bilbao.  Llegué a Durango para pasar unos días, un puente, en marzo del 2019. Durango parece salido de un cuento, y escuché el sonido del agua. No necesité más para el encantamiento. Después, las huellas de la guerra vivas en la piedra, un testimonio confiado, un cuento prometido. Con todo eso, más el encantamiento, regresé a casa. La rueda fortuna giró favorable y un sueño de muchos años, dedicar un tiempo solo a escribir, se hizo posible. Y el encantamiento y la promesa me regresaron a Durango para cumplirlo. Y es en esos meses cuando Durango se hizo parte de mí: mi otra tierra, una mitad de mi corazón.

Los primeros textos los escribió durante el confinamiento. ¿Qué puede decirnos de esas “ficciones”, como las define usted?

Los primeros días no parecía cierto lo que nos estaba pasando, por eso hablo de ficciones, tenía la sensación de estar viviendo algo que había leído; ficciones de otros que por aquellos días recordaba: La peste, El Decamerón, Un mundo sin fin

Pero no solo me pasaba a mí, muchos otros se preguntaban que cuándo llegaban los alienígenas. Como si hubiésemos llegado al confín del mundo conocido y a  partir de ahí pudiera pasar cualquier cosa.

En la segunda parte, dedicada, como decíamos a Durango, agradece el trato de personas de la villa como Jonan, Estela, Irati, María, Araceli… Usted asegura que es un municipio de personas amables.

Sí, lo es,  muy amable, el más, y acogedor. En el relato El ángel que nos mira, que está dedicado a todos los demás amables que no he podido nombrar porque me faltaría libro, y también, claro, en el relato Los Amables, cuento con detalle lo cuidada y lo bien que me hicisteis sentir el tiempo que estuve allí.

Subraya lo medieval de Durango y sus “peñas”, así como dice que al pasar Urkiola sintió algo muy especial. Coincide en esto con el escritor británico Robert Egby. ¿Qué sintió en su caso?

Pues sentí que había llegado a mi lugar en el mundo y, con el paso de los días, me sentí como se dice en euskera maiteminduta, es decir enamorada. En esos dos relatos explico con minucia lo serio que es lo mío con Durango. Recuerdo ahora que cuando regresé a casa, después de tantos meses en Durango, me preguntaba si no habría costurera de ciudades que se te quedan grandes.

¿Qué autores literarios le gustan en la actualidad?

Me cuesta seguir la actualidad literaria, tengo pendientes lecturas de siglos. Descubrí no hace mucho a Karmele Jaio, Las manos de mi madre, y cuando me gusta un autor soy reincidente. Intento leer los libros que me recomiendan los amigos y los suyos, claro. Ahora estoy leyendo 31 vidas, el bombardeo contra Durango.

En su libro publica que quiere volver a Durango.

Sí, claro que quiero volver. Tengo mucha nostalgia. Muchas ganas de ver a los amigos. De volver a mis paseos siguiendo el curso del río escuchando la canción del agua; del volver a mis lugares: al alto de la calle-cuesta de San Francisco, y escuchar allí la canción del Para siempre. No creo que tarde.

¿Quién ha diseñado el libro? Incluye una foto de Mugalari.info. 

El libro está ilustrado por Susana López, que es también la autora del diseño de portada. Quiero agradecerle su trabajo de artesanía. Sin ella el libro no sería, y tampoco sería sin la confianza de la editorial: La Marca Negra Ediciones.

¿Dónde o cómo se puede comprar el libro?

En internet, en la tienda Jot Down, y en Durango, en las librerías Urrike e Hitz.

 

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