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‘Animen Gaua: La sombra de doña Inés en Euskal Herria’, por Anisia Serendipia

Anisia Serendipia

Existieron una vez dos poetas shetlanders, Jack y Emily O’Hanlon Peterson, hermanos de Magnus Fraser y por ello, tíos abuelos de D.N.S Peterson. Eran hijos de los maestros de la Escuela de Gruting, en la isla Mainland de las Shetland: John Scott Peterson y Christina Ann McInnes. Jack Peterson nació el 23 de octubre de 1894 y después de ser herido en la Primera Guerra Mundial regresó a Shetland donde trabajó como oficial de aduanas.

Radicalizado durante la guerra, sería simpatizante comunista durante el resto de su vida. Los años de entreguerras fue un período depresivo también en las letras Shetland, los únicos puntos brillantes fueron los trabajo de dos socialistas: John Nicolson y Jack Peterson, “Roads and Ditches” y ” Streets and Starlight”, obras que vieron la luz en la década de 1920. Además, fue fotógrafo y escritor y a su muerte, en 1972, dejó más de 8.000 fotografías, muchas de las cuales se pueden ver en el Shetland Museum and Archives, en Lerwick.

_Per tots Sants deixa el ventall i treu els guants_ Dicen en esta lengua, que ya es casi nuestra, que por todos los santos guardes el abanico y saques los guantes. Me lo dijo una vez la madre de mi amiga que es de Figueres. Allí, en Catalunya, la fecha de Todos los Santos representaba la preparación para una nueva estación, el invierno. Momento considerado más fiable para el cambio al otoño que la fecha en torno al 22 de septiembre, ese día se tenía la costumbre de estrenar la ropa para la nueva época. Yo creo recordar vagamente también algo de esto aquí. Aunque de lo que sí me acuerdo es de ir con mis amiguitas al cementerio, de los huesitos de santo que aparecían en las pastelerías a finales de octubre, de las argizaiola y de la representación de la obra de Don Juan en los teatros en torno a esta fecha: No os podéis quejar de mí, vosotros a quien maté; si buena vida os quité, buena sepultura os di. El Día de Todos los Santos, Domu Santu, siempre ha sido uno de mis días preferidos del calendario, por la atmósfera de espiritualidad que lo rodea y, mucho después, por la magia que de Halloween supo desplegar el cine, como aquella maravillosa caminata de E.T. hasta el bosque y la posterior huida en bicicleta.

Shetland Museum.

_Animen GauaLa sombra de doña Inés en Euskal Herria. Las calabazas huecas iluminadas por las velas, los disfraces con telas y los juegos de sustos se realizaban entre nosotros, al llegar la víspera de todos los santos y la noche de animas, mucho antes de que el cine norteamericano digamos nos impusiera el “truco o trato”. Hoy escuchaba, no se exactamente en qué zona, que los niños realizaban cuestaciones de dinero durante la animen gaua, la noche de las ánimas, que entiendo yo es la del 1 al 2 de noviembre. Al oírlo, he recordado las fotos que aquel Jack Peterson realizó en 1938 de unos niños disfrazados con máscaras pidiendo dinero en Gladstone Terrace, Lerwick. Y lo que siempre recuerdo este día, que el 31 de octubre de 1993 el para mí inolvidable River Phoenix emprendió su segundo viaje a ninguna parte.

 

Nacido en una cabaña en Oregón, el 23 de agosto de 1970, sus padres le llamaron River por el rió que habló al Siddhartha de Herman Hesse y Jude por el tema de Los Beatles “Hey Jude”. En la madrugada del dia de Halloween de 1993, River Phoenix iba a tocar en vivo con su amigo Michael “Flea” Balzary, de los Red Hot Chili Peppers, en The Viper Room, un club nocturno de Hollywood del que era copropietario Johnny Depp. Dicen que River había regresado a Los Ángeles esa semana para completar las tomas restantes de su último (e incompleto) proyecto: Dark Blood. Dicen que durante la noche un conocido le ofreció un poco de Persian Brown. Phoenix murió a causa de una sobredosis sobre la acera afuera del Viper Room. Con él estaban su hermana Rain, su hermano Joaquin y la novia que tenía entonces Samantha Mathis: como un lamento, como una larga frase derrumbada sobre ti duerme el tiempo, sólo pervive el agua. Nada más belllo pude encontar para tí que estos versos del también inolvidable José Antonio Labordeta.

¿Truco o trato? ¿Cantar o rezar?…

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