Te quedaste corto, Pablo Hasél
Mikel Gerrikabeitia Polo
No se trata de que la Monarquía española nos robe, ni tan siquiera de que la Policía nos pueda torturar. Es el propio sistema el que está corrupto, desde su primer eslabón hasta el último. Son las élites económicas quienes en este país trituran nuestros derechos más elementales desde tiempos inmemoriales, haciendo valer un sistema perfectamente estructurado que tiene como ejes principales la justicia (sería más riguroso si dijera injusticia), la política, los medios de comunicación o de desinformación y la policía.
La monarquía y los mandatarios nos roban y se mofan de los ciudadanos; los políticos se encargan de escribir las reglas de juego, de limitar nuestros derechos y otorgar una mayor impunidad a los más poderosos (léase la Ley Mordaza); los jueces se encargan de silenciar la voz de los que denuncian este atropello mediante canciones o simples tuits; la función que desempeña la policía no es otra que agredir y torturar sin compasión a todo aquel que alza su voz en la calle; los medios de comunicación se ocupan del resto: de manipular y de convertir a la víctima en verdugo y al verdugo en víctima.
No son pocos los que piensan que estas prácticas son cosa de los partidos que ocupan el lugar denominado como la derecha española. Incluso hay algún que otro iluso que aquel 1 de octubre fatídico para los catalanes llegó a pensar que la violencia policial era cosa solo de la policía nacional española. Que los nombres no nos confundan: llámese Mosso d’Esquadra, llámese Ertzaina, llámese Policía Nacional, llámese Guardia Civil… Todos ellos son siervos del mismo patrón. Llamémosle de derechas, de izquierdas, PP, PSOE, Podemos, Junts Per Catalunya, PNV, VOX, Ciudadanos, Aznar, Casado, Sánchez, Urkullu, Pablo Iglesias, Arrimadas, Santiago Abascal… Cada vez tengo más claro que son los mismos perros, con diferente collar.
¿Donde están aquellos revolucionarios de izquierdas que prometieron dar un giro de 180 grados a la política española casposa, por y para el pueblo? Parece que empiezan a sentirse cómodos en las cloacas del sistema que tanto repudiaban cuando observaban el poder desde la distancia. ¿Qué han hecho para impedir que un cantante sea encarcelado por haber denunciado en sus letras hechos cuya veracidad nadie pone en duda a estas alturas? Para ser justos, si que han aportado su granito de arena. Son responsables de que una manifestante perdiera un ojo en una de las protestas y además se ha de reconocer su eficacia, acudieron raudos a borrar aquellos grafitis con mensajes reivindicativos que tanto molestan al poder. Bien sabes de lo que hablo señorita Ada Colau… Quién te ha visto y quién te ve…
Mientras Pablo Hasél es encarcelado por expresar su rechazo contra hechos tan demostrados como la corrupción en la monarquía española y las torturas cometidas por el Estado español, los dirigentes de la clase política siguen permitiendo que los fascistas rindan homenajes al dictador Franco, en el congreso se aplauden intervenciones de dirigentes que nos acusan de tener las manos manchadas de sangre a todos aquellos que simplemente tenemos una ideología de izquierdas y un sentimiento identitario diferente, e incluso dan voz y decisión a partidos políticos que hacen apología del fascismo, del racismo, de la homofobia y del machismo.
Quizás la eclosión de un partido de ultraderecha como VOX no nos debería escandalizar tanto, porque en la práctica el sistema del que somos meros títeres ejecuta a la perfección todo aquello que proponen los fascistas.
Está cada vez más claro que en este país pseudodemocrático hablar alto y claro cuando se trata de clamar contra las injusticias te puede costar muy caro, pero ya lo decía Ghandi: «Cuando una ley es injusta lo correcto es desobedecer».
Me sumo a tu voz Pablo Hasél. La Monarquía española roba. La policía española tortura. España es un estado que ejerce el fascismo. España is a fascist state.