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La elorriarra Mari Cruz Díez Lazcano cumple 103 años en Venezuela, país que le acogió durante la Guerra Civil

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La vasca decana de la diáspora venezolana cumplió 103 años el pasado 14 de septiembre. Se llama Mari Cruz Díez Lazcano y es natural de Elorrio aunque reside en Caracas desde que su familia buscó el exilio en un país en paz en días de Guerra Civil.

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La elorriarra Mari Cruz Díez Lazcano en Caracas el pasado viernes a los 103 años. Maite Alberro

Su retentiva, por desgracia, se ha ido perdiendo en los últimos años en el país americano. Quienes mejor le conocen aseguran que sobrevivió al histórico bombardeo fascista contra Durango del 31 de marzo de 1937. No obstante, también pudiera ser que fuera testigo del ataque aéreo que sufrió su pueblo Elorrio aquel mismo día.

“No queda claro. Siempre se ha dicho que estuvo en el bombardeo de Durango, porque ellos a pesar de ser de Elorrio tenían una casa a las afueras de Durango y pudo ser que lo viera desde allí”, teoriza la familia con Maite Alberro –nieta- y Pedro Alberro –hijo- como portavoces directos. “Estaba en Durango cuando lo bombardearon y decía que los pilotos pasaban por Elorrio y disparaban. Sí contó que salían corriendo a refugiarse en un puente pequeño de carretera cerca de su casa en Elorrio. También que los aviones pasaron varios días pero no fijo todos los días, unas veces volaban muy alto y otras muy bajo”.

Nacida en 1917

Fuera como fuere, la comunidad del centro vasco caraqueño celebró por todo lo alto el pasado día 14 el aniversario de Mari Cruz Díez Lazcano, nacida en 1917 en Elorrio e hija de Felipe Díez y María Fernanda Lazcano. Esta mujer hizo frente a los primeros compases de la Guerra Civil que tras el golpe de Estado militar estalló cuando tenía 19 años.

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El matrimonio y sus dos primeros hijos. Familia Alberro-Díez.

Tras los bombardeos de Elorrio o Durango, residió en Donostia, donde se casó con Vicente Alberro Echeverría, oriundo de Bermeo, y en la denominada Bella Easo nacieron sus dos primeros hijos: Fernando y Pedro. Por cuestiones políticas y económicas se exiliaron en Venezuela, donde nació el tercer hijo del matrimonio: Antonio. “La familia se integró en la Eusko Etxea de Caracas y participaron en la activa gran hermandad y solidaridad vasca”, valoran desde Euskal Kultura.

La familia partió a Venezuela porque “el ejército de Franco estaba asesinando sin contemplación y unos primos de la propia Mari Cruz fueron fusilados por los requetés, boinas rojas, junto a sus padres (tíos de Mari Cruz) porque se habían quedado en el caserío….”, lamenta Maite Alberro desde el otro lado del Atlántico.

En la capital guipuzcoana, la hoy centenaria conoció a su esposo, Vicente Alberro, quien había estado preso. “Cuando salía de permiso restringido, Mari Cruz lo esperaba en la salida del taller”, evoca Maite. Las anécdotas del matrimonio se solapan. Así, por ejemplo, Vicente estuvo retenido en un taller de artes gráficas y tras cuatro meses preso, le empezaron a dejar salir seis horas y volver a presentarse. “Así anduvo por un tiempo mientras estaban supervisados dentro del taller haciendo mapas para los nazis”. Mari Cruz  dio con él y le permitían llevar comida.

Medalla cosida al abrigo

Otro recuerdo familiar es que Vicente tenía que ir a hacer guardias para la Intendencia Militar de Euzkadi en Tolosa y Mari Cruz como buena costurera le cosía la chapa que lo identificaba, en el abrigo. La pareja contrajo nupcias en la iglesia Santa María de la parte vieja de Donostia en 1940. En esa misma parroquia, en una capilla trasera del altar, fueron bautizados Fernando y Pedro. Tiempo después, decidieron emprender nuevos caminos escogiendo como destino Venezuela.

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Medalla de Intendencia Militar de Euzkadi de Vicente Alberro. Maite Alberro

El barco no atracó directamente en ningún puerto de aquel país, sino en el estado de Aruba, porque el gobierno de Venezuela no tenía entonces relaciones con España. De Aruba salieron en avión a Maiquetía, llegando en enero del año 1948 Vicente Alberro Echevarría, María Cruz Díez Lazcano y sus dos hijos Fernando y Pedro.

En América creció la familia y tuvieron nietos: Miren Itziar, Maite, Alexander y Jon Andoni, y una bisnieta, Isabella Carolina. “La vida social de amama en Venezuela, siempre fue en el centro vasco de Caracas donde cultivó grandes amistades”, entre ellas, la del lehendakari Aguirre con quien se fotografió gracias al pulso acertado de su marido Vicente.

AGUIRRE Y MARI CRUZ

El lehendakari José Antonio Aguirre y Mari Cruz. Vicente Alberro

A Mari Cruz y Vicente, les encantaba bailar, así se conocieron, yendo a los bailes  de los pueblos aledaños, en grupos de mujeres por un lado y hombres por otro. Coincidieron en varios bailes y de allí nació el amor. “Amama siempre ha sido una mujer alegre, siempre positiva, con buena actitud. Querida por todo el que la conociera”, agrega Maite quien rememora que a su abuela “no le gustaba hablar de su vida de niña y la guerra, era reservada sobre ello.

Como mucho han heredado oralmente que la familia de Mari Cruz tenía un caserío y huertas entre Elorrio y Durango. En Elorrio contaban con una casa en la calle San Juan con el río fluyendo por la parte trasera, y un edificio que era del patrimonio familiar. Narra Maite: “Al lado de la casa donde vivían, había un local,  de venta de vino y la gente llevaba la comida ahí y tomaban el vino, era como un merendero pero muy pequeño y al final de la calle había una fuente donde los animales tomaban agua y más abajo había un aserradero”, detalla y así es, aún quedan vestigios de ello en la villa del sureste vizcaino.

BOMBARDEO ELORRIO

Bombardeo fascista de Elorrio del 31 de marzo de 1937 sobre la casa de Greaves. Gerediaga Elkartea

La familia también evoca que Vicente Alberro fue gudari, pero desconocen su afiliación. “A pesar de ello amama nunca recibió una paga extra del Gobierno vasco que daban por haber sido gudari”, lamentan.

El contacto para migrar a Venezuela les llegó por un amigo. Pero antes una curiosidad: “Ama decía que  conoció la Giralda, pero no sé si pasó para embarcar o que el barco rodeó y salió del sur”, apunta su hijo Pedro. “Vicente en Donostia había trabajado en una fábrica llamada Nerecan que estaba a la salida de la ciudad hacia Pasaia y le ofrecieron un buen trabajo en Madrid, en la casa de La Moneda como impresor, pero un amigo suyo le dijo que en Venezuela tenía trabajo al día siguiente de llegar y que lo que ganaría en un mes en Venezuela, en España le costaría 5 o 6 meses, que el clima de Caracas era verano todo el año, y que habían muchos vascos exilados, por lo que pidió dinero prestado a la familia  para llegar a Venezuela y a la semana de trabajar, pago el préstamo”.

Cuando llegaron a Venezuela ya tenían una casa arrendada que le habían conseguido con el trabajo. Un morada grande en la calle Número 8 de Propatria. En esa casa nació su tercer hijo, Antonio, porque si el parto era normal, podía dar a luz en casa y decidieron en su hogar. Acudió una parturienta, un médico una enfermera y había una ambulancia en la puerta de la casa por si había alguna complicación.

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El matrimonio. Maite Alberro

En esa misma casa, por ser tan grande, Mari Cruz y su esposo Vicente recibieron a personas llegadas a Venezuela en las mismas condiciones que ellos y les prestaban habitación hasta que consiguieran dónde ir «sin cobrar nada a nadie. En esa época, los vascos era una hermandad, todos se ayudaban y conseguían trabajo rapidísimo y muchos ya llegaban contratados como el caso Vicente el esposo de Mari Cruz”, aporta Maite quien sabe bien que su abuela ha guardado con cariño una foto que su marido Vicente le tomó junto al lehendakari Aguirre.

A día de hoy, Mari Cruz sigue siendo historia viva de la Euskadi en la que nació hace 103 años.

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