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La dictadura feminista sueca

Bixente Carrasco

Vicente Carrasco ‘Bixen’

El pasado 8 de marzo un amigo me preguntó qué tal me iba la vida en lo que él describió como esta “dictadura feminista que es Suecia”.  Yo digo que Suecia es una dictadura feminista/animalista con iPhones. Una definición del infierno como otra cualquiera. Lo voy a explicar un poco. La parte feminista, al menos.

En vez de montar en cólera o siquiera entrar al trapo me quedé con las sabias palabras del padre de una amiga que resumió su experiencia en prisión por colgar ikurriñas de sitios muy altos (cuando por hacerlo te podías llevar dos tiros, una estancia en prisión o las dos cosas): “hay que tener amigos hasta en el infierno. Sobre todo en el infierno”.

Además hay discusiones que sabes de antemano que no van a llevar a ningún lado.

Conozco de primera mano una historia muy ilustrativa. Una mujer sueca me contó hace poco que estuvo a punto de entrar en política ayudando al Partido Feminista. Y no lo hizo porque siendo Suecia la sociedad más abierta del mundo, no se tardan ni cinco minutos en encontrar dónde vive cualquier persona, su fecha de nacimiento, su teléfono y por muy poco dinero se puede sacar desde el historial de impuestos, si tiene hipoteca y hasta si tiene antecedentes. Y no es que tenga nada que esconder. Es que el acoso, el “ciber-acoso” a portavoces y miembros señalados del Partido Feminista es tan alto que muchas (y muchos, que también hay hombres en ese partido) han dado marcha atrás. Si hay posibilidad de elegir, una no se mete en ciertos berenjenales si tiene una criatura de tres años en casa y vive sola.

El perfil sería un hombre de mediana edad encerrado en casa a cal y canto, viviendo de la ayuda social por una cosa o por otra, con un ordenador conectado a Internet, amargado hasta la médula porque el mundo le debe algo y murmurando entre dientes “sontodasunasputasylasfeministaslasquemas”. En sueco esto suena casi igual, naturalmente.

Cualquier sistema tiene muchos fallos y una sociedad con baja criminalidad, una cantidad de policía tan escasa que llama la atención (hay días que no veo un solo coche patrulla) y los datos de todo el mundo flotando alegremente por internet sencillamente no puede garantizar la protección de todos sus ciudadanos ni ante el ciberacoso ni ante muchas otras cosas. Las cosas primero pasan y luego se reacciona.

Aun así, esta mujer no se quedó callada y en su casa (cosa bastante normal porque las mujeres suecas hace cuatro generaciones que no son de quedarse encerradas en casa esperando a que un hombre las saque).

Escribe en una revista que se describe como “…una alternativa a otras webs de estilo de vida que hablan sobre una salud basada en pérdida de peso y esculpir el cuerpo. Nos interesa la salud basada en una perspectiva equilibrada.” Dicen también “Trabajamos por la salud pública, pero no en cuanto a dieta, sobre-entrenamiento y culpa, sino a través de la aceptación, la autoestima y el escucharse a una misma. (…) Trabajamos para redefinir el concepto que han robado las industrias que hacen dinero (sobre todo) con la inseguridad de las mujeres para consigo mismas”.

Se ha escondido a simple vista, que es el mejor escondite. Y se ha escondido junto a un montón de mujeres más que escriben en ese sitio. Las muy ardillas se han escondido donde los gañanes no las van a encontrar: en un sitio lleno de letras.

Esta es una historia de la dictadura feminista. Otro día cuento alguna de la dictadura animalista. A ver si me pregunta alguien a ver si aquí hay corridas de toros y así me pongo en canción.

*Vicente Carrasco ‘Bixen’. (Tarancón, Cuenca, 1970

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