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¡Decepcionante!

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Isidoro Apraiz

 

· Sociólogo

«¡Un PNV sin alternativa!». Es lo menos que un escuchante de izquierda alternativa puede expresar tras asistir al debate del 7 de julio en ETB2.

Los discursos OÍDOS a lo largo de la campaña electoral nos habían instalado en una especie de desilusión generalizada con los mensajes y el modo en que se estaban transmitiendo por boca de las líderes de la izquierda electoral. Y pese a ello uno no dejaba de acariciar la oportunidad que se les presentaba en una tete a tete con Urkullu.

Pero las líderes de izquierda no pasaron de hacer promesas generales en los diversos campos a debate. Mientras que Urkullu, mostraba datos, euros de inversión y la fachada de que saben hacerlo bien, sobre todo desvalorizando las generalidades del resto e incluso ironizando sobre la preparación de sus opositoras para el mismo debate.

Nuestras líderes de izquierda parecían limitarse a hacer de portavoces sindicales de las reclamaciones salariales de las clases trabajadoras, pero sin decirnos cómo lo van a conseguir. Sabemos que liderar una lucha reivindicativa en una fábrica o sector de trabajadores implica ir a la mesa de negociación con ideas claras a negociar, pero también y, sobre todo, preparando las fuerzas propias en las que se va a apoyar la conquista de esas reivindicaciones. Y teniendo en cuenta que la preparación de nuestras bases de cara a una lucha sin cuartel contra los que están en la otra parte de la mesa, es el factor fundamental de la victoria. ¿O es que en este caso no hay otra parte que se niega a aprobar esas reclamaciones?

Habrá que desenmascarar al enemigo de clase y concienciar a nuestras fuerzas en el embate.  Entre las clases.

Lo cierto es que la lucha de clases fue un ausente en el debate. Y, no es que no exista la lucha de clases, pero mientras vayan ganando ellos no les hace falta recurrir a ese fantasma, ni insistir en ese peligro.

Se proclama la necesidad de un giro a una economía al servicio de las personas, de la necesidad de una transición industrial… y mientras Urkullu pone medios financieros sobre la mesa, nuestras líderes no aciertan a concretar en qué consiste este giro. Para la derecha vasca la función de la política industrial es esa: poner a disposición de la iniciativa del gran capital los medios de subvención para que se inviertan a la hora de que esas empresas capitalistas consideren que es buena hora para realizar inversiones de cara a obtener suculentos dividendos. El PNV no necesita concretar, es más, no le conviene cerrarse a una política industrial con objetivos claros y predeterminados, confían en que la iniciativa privada, la mano invisible del mercado, proveerá las iniciativas. Es aquello de que la mejor política industrial es no redactarla de antemano.

Hablan de apoyar la I+D, pero no nos señalan objetivos concretos para los próximos 4 años. Por ejemplo, hablan de energías alternativas… pero ¿por qué no se propone crear empresas con participación de fondos públicos a fin de avanzar en la producción de células fotovoltaicas, de empresas municipalistas para autoconsumo de esa energía? o, ¿por qué no reconstruir el sector de la energía eólica en la que ciertas empresas vascas han sido pioneras, y en las que tenemos experiencia, pero hemos dejado que se vendan a las multinacionales de turno, que luego cierran esas empresas, se apoderan de su saber hacer, y nos conducen a casos como el de Siemens-Gamesa en Agoitz? o, ¿por qué no se propone la investigación y desarrollo de la producción de H2, que se presenta como una alternativa a corto plazo para una transición de los motores de combustión, pero a base de H2, de motores de agua? Sobre todo, cuando las sinergias de producción de energía fotovoltaica en el resto de la península tienen tremendas potencialidades y pueden poner a disposición de la producción de H2 por hidrólisis esas potencias.

Lamentable el tema de los cuidados… Más allá de hacerse portavoces de las trabajadoras del sector, se echa en falta una nueva política en el tema de los cuidados, sobre todo en el tema de las Residencias para mayores, hasta el punto de mostrar un despiste, ¿desconocimiento quizás?, del reparto de competencias con las diputaciones forales en cuyas manos está la inspección y control de la calidad de ese sector. La necesidad de una nueva ley vasca de cuidados que superando el ocultismo de las diputaciones forales ponga esa competencia en manos de los ayuntamientos.

El debate parece moverse en la promesa de que cada cual es mejor para la gestión de un mismo sistema. Y pese a que alguno ya se refirió a eso de que, haciendo las cosas con los mismos medios y en el mismo sistema, se antoja difícil lograr resultados muy diferentes, Ciertamente adolecemos de una estrategia alternativa al sistema, y puede que ese déficit esté pesando en nuestras dirigentes. Pero si en el terreno socioeconómico no dejó de decepcionarnos, algo más esperábamos en el terreno del debate de las alternativas de poder político, del derecho a decidir.

Y en ese terreno que se supone tema estrella para alguna, nos  sorprendió que la crítica se centrara en una queja al PNV al que se le concedió todo tipo de seguridades para sacar adelante un estatuto más soberanista y se proclama el derecho a la independencia pero sin decirnos como se logra esto, con qué estrategia, con qué aliados… una vez que se es consciente de que con el PNV no se puede ir muy lejos. Y es que el PNV no nos miente, pues siempre ha dicho y sigue diciendo que su estrategia es el acuerdo con el Estado español, y dentro de la legalidad, es decir de la Constitución del 78.

Y por otra parte el reclamar la estrategia de modelo de Quebec, nos parece más cinismo que impotencia, si acto seguido no se nos dice qué es lo que impide que se realice acá ese derecho a la autodeterminación. El Estado español, con sus poderes oligárquicos capitalistas y su Constitución del 78 no tiene mucho que ver con lo que pasa en Canadá o Reino Unido. Y cuando se menta la bicha de una nueva Constituyente que lo pueda posibilitar saltan todas las alarmas. E incluso el portavoz de Berdeak advierte que eso significa ruptura con la legalidad vigente… y nuestra izquierda al uso se la tiene que envainar. Es lamentable: es como si se quisiera hacer una buena tortilla sin romper los huevos.

O ¿es que nuestras izquierdas creen que es viable el derecho a decidir dentro de la legalidad vigente? Y si no lo creemos viable, ¿no es hora ya de levantar la reivindicación por una República federal o, mejor aún, la demanda de una Convención de los pueblos de España para proclamar una Confederación de repúblicas ibéricas que protejan bajo ley nueva el derecho a separarse o seguir unidos, y en qué manera y modalidades?

Sin una estrategia alternativa al poder estatal actual las líneas rojas ya están trazadas. Y para saltarlas va a ser necesario una larga batalla por concienciar y agrupar a las fuerzas republicanas.

Tras el 12J el poder político vasco vuelve a su normalidad de costumbre como en los pasados 40 años. En este ámbito la “nueva normalidad” aportará pocas novedades… Hay ocasiones en los que a uno le gustaría errar en su diagnóstico. Y ojalá se dé un milagro. Y, sin embargo, los tiempos actuales no se prestan mucho para milagros de este tipo.

Queda, pues, seguir en la lucha.

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