Debemos estar preparados
Beñat Gallastegi
Parece que en estos tiempos de alarma las leyes no son tan serias como nos hacen pensar. Ya que, en esta época, las leyes son totalmente modificables al antojo de la burguesía, si la situación económica lo exige. De esta manera, muchos de los puntos recogidos en mi anterior artículo, han sido desestimados por el jefe de Estado.
Jefe que durante el estado de alarma (régimen excepcional con carácter militar que se declara para, asegurar el restablecimiento de la normalidad de los poderes en una sociedad democrática) aplica medidas con la absoluta subordinación de partidos y sindicatos (sean de izquierdas o derechas)
En mi anterior escrito comentaba que en el estatuto de los trabajadores (artículo 38) recoge que las vacaciones deben ser acordadas y comunicadas con 2 meses de anticipación desde su disfrute. Pero dos semanas después de la imposición del estado de emergencia (en la Orden SND/307/2020, 30 de marzo) este derecho en gran medida ha sido eliminado mediante el llamado permiso retribuido recuperable. Un tecnicismo, para que tengamos que trabajar durante las horas que hemos sido confinados y no hemos sido rentables para nuestros jefes. Además, estas horas deberán ser recuperadas en el 2020. Por lo que, si tenemos en cuenta la forma de nuestra industria: trabajos a cuarto y quinto relevo, donde los fines de semana la producción no descansa, nos va a tocar pringar las vacaciones para seguir enriqueciendo a los patrones.
Para relajar los nervios, tras la imposición de esta norma, se ha prohibido el despido durante el estado de alarma. El jefe de estado pone como solución los EREs, puestos de moda por el gobierno del PSOE en 2008 (como recordaréis por el presidente R. Zapatero). Como no, esta norma viene dos semanas después del confinamiento, es decir, dos semanas después de producirse muchos despidos. Si os encontráis en esta situación tener en cuenta que el plazo para demandar el despido será de veinte días hábiles tras la finalización del estado de alarma.
Dejando a un lado las concreciones, lo que nos concierne ahora es la siguiente pregunta: ¿Hasta dónde va a llegar esta facilidad de cambiar las leyes?
Esta pregunta es difícil de responder, pero la situación actual orquestada por la oligarquía, y apoyada por todos los partidos y sindicatos parlamentarios (por mucha palabrería que trasmitan en sus discursos) parece ser mucho peor que la situación de 2008. Si en aquella ocasión con la excusa de la crisis financiera se dictaron sendas medidas contra los trabajadores, este nuestro presidente, no será menos, y estará a la altura de lo que le exija la oligarquía. Además, esta vez lo podrá hacer de una forma mucho más fácil, ya que puede aplicar leyes sin necesidad del consentimiento del congreso o del senado.
Debemos estar preparados, la unidad de las y los trabajadores es más necesaria que nunca. Como siempre digo: Si el sistema se adapta, ¿por qué la lucha no?