La Ertzaintza de Iurreta detona una granada de 122 milímetros en la playa de Laga
Texto | Iban Gorriti
Fotos | Tomi Sánchez
Agentes de la Ertzaintza detonaron en la tarde de ayer un artefacto que por sus «grandes dimensiones» -según el atestado- no se trasladó a su centro de operaciones de Iurreta. Ocurrió en la playa de Laga (Ibarrangelu) entre las 13.20 horas en que se alertó de su hallazgo y las 16.30 horas, momento en se puso fin a la actuación. El elemento balístico manipulado podría ser de la Guerra Civil, dato no confirmado, o de la empresa Esperanza y CIA de Markina-Xemein que hizo uso de este arenal como campo de tiro de material inerte, hasta los años 80. La histórica firma, que trabajaba morteros de 122 milímetros como el ayer desactivado, cerró en 1994.
Tras la llamada de aviso, se procedió a activar el protocolo de hallazgo de este tipo de artefactos y acudió al arenal vizcaino junto a la Unidad de desactivación de explosivos de la Ertzaintza. Agentes localizaron la granada «junto a una roca», como les indicaron, acordonaron el lugar, así como no permitieron la circulación por la carretera durante ese tiempo. Testigos, como el durangués Tomi Sánchez, confirman que hubo dos explosiones. «En la playa había bastante gente y desalojaron la parte, -según se mira al mar- de la izquierda hasta el restaurante», explica Tomi, quien aporta fotografías del suceso.
No es la primera vez que aparecen elementos balísticos en la playa de Laga. Así por ejemplo, en junio del pasado año quedaron al descubierto cinco artefactos en este arenal y se prohibió el baño en la zona izquierda. Y en 2013, otro más, de pequeño tamaño que databa de la Guerra Civil. El de ayer consta en el atestado como «122-80».
| » SEGUIRÁN APARECIENDO MÁS» | Fuentes consultadas por este medio de la Sociedad de Ciencias Aranzadi han confirmado que en esta playa de Ibarrangelu hubo un campo de pruebas de tiro de morteros de una fábrica y por ello su aparición cuando el oleaje se lleva parte de la arena. El historiador de Gernikazarra, Txato Etxaniz matiza que el campo de tiro de ECÍA era de material inerte. «Van a seguir apareciendo inertes porque toda la producción de tubos lanzadores, desde 1926, hasta 1982 aproximadamente, se probaron ahí. Es de sobra sabido que ahi hay abundante chatarra, pero inerte. Si hubiera cargadas, la irresponsabilidad seria enorme, porque ya habría que haber rastreado por parte de la autoridad competente la playa y la costa», concluye Etxaniz.
Patrimonio Histórico de Bizkaia
La ‘Fábrica de Armas Esperanza y Cía’ de Markina – Xemein
Garbiñe Aja Santisteban
El asentamiento de este establecimiento fabril en Markina-Xemein data de 1925, cuando el ayuntamiento de la localidad incentivó a Juan Esperanza Salvador (Huesca, 1860-Bilbao, 1951), promotor de esta fábrica, a que se instalara en el municipio con el aliciente de la construcción de un nuevo pabellón. Sin embargo, los orígenes de las actividades de este empresario son guipuzcoanos, ya que fue en Eibar donde el propio Esperanza fundó, junto con Pedro Unceta, la firma ‘Esperanza y Unceta’ en 1903.
Años más tarde, en 1913, trasladaron esta razón social a Gernika. Ya en la década de los veinte, tras haber demostrado su espíritu emprendedor con la participación en otras empresas como “Joyería y Platería de Guernica, S. A.” o “Industrial Vizcaína, S. A.”, abandonó esta industria guerniquesa para embarcarse en una nueva aventura en Markina-Xemein. Previamente, había adquirido la patente de fabricación de la pistola denominada Alkar, hasta entonces propiedad de la desaparecida fábrica “Alkartasuna”.
A partir de 1929 se especializó en la producción de la pistola automática de doble acción ECÍA y el fusil ametrallador del mismo nombre, mientras que en los años cuarenta se consolidó como empresa especializada en la elaboración y comercialización de morteros. Fruto de este paulatino crecimiento fueron las ampliaciones sufridas por el inmueble que nos ocupa, tanto lateralmente como en la parte zaguera. Castor Uriarte, yerno del promotor, fue el artífice del proyecto del edificio. Este arquitecto, que estuvo afincado en Gernika, también proyectó otras obras en Markina-Xemein.
Desde muchos puntos de vista, la fábrica ECÍA entronca con el racionalismo que empezó a tener incidencia en la arquitectura vizcaína en torno a 1930. En aquella época, nuestro racionalismo tomó muchos de los planteamientos auspiciados por el Movimiento Moderno, como los volúmenes netos, el énfasis en las composiciones horizontales, las fachadas en chaflán o en rotonda en detrimento de los desarrollos angulosos, el vano de los desarrollos angulosos, el vano continuo, los remates en terraza, la austeridad decorativa, las barandillas de tubo en terrazas y ventanas, los diseños de cerrajería geométricos y sencillos, la preocupación por potenciar interiores muy iluminados, etc. Todo esto está presente, en buena medida, en la fábrica ECÍA, concebida como un inmueble de fuerte componente horizontal, volumetría que además está potenciada tanto por el formato apaisado de los huecos, como por el desarrollo de las cornisas, que son de acusado vuelo, y la existencia de varias líneas de imposta de ladrillo visto.
|Grafismo de ECíA | En la misma dirección apunta el carácter desornamentado de este antiguo establecimiento fabril, en el que apenas si hay elementos reseñables, salvo las semicolumnas que flanquean el ventanal central del primer piso de la fachada principal, cuyo remate potencia la renuncia al ornato, ya que están coronadas por unas sencillas fajas a modo de capitel. La misma ascendencia tiene el grafismo de la propia marca comercial (ECÍA), que figura tanto en el solado del portal, como en uno de los paramentos del frente noble, cuyo diseño a base de formas desnudas y geométricas entronca con la ortodoxia racionalista más estricta.
Otros elementos prototípicos de la arquitectura del Movimiento Moderno son la solución de la cubierta en terraza con estanque de agua y el diseño del antepecho de los balcones a base de sencillos tubos horizontales. Estos planteamientos redundan en la configuración de una obra de especial nobleza y elegancia, con lo que sin duda también tiene que ver el ritmo curvo de algunas zonas como el mirador, que a modo de bow-window sobresale en uno de los extremos de la fachada principal, el cuerpo de la antigua taquilla, que limita el acceso al patio contiguo al inmueble, o el desarrollo de los para-mentos que flanquean la entrada al edificio. La inclusión de ladrillo visto, dispuesto en sardinel, enlaza con lo que se ha dado en llamar el ladrillismo de la arquitectura racionalista española, que, de este modo, se hizo eco de ciertos planteamientos esteticistas, próximos al Art Déco, que tendían a huir de la excesiva sencillez y de la falta de ornamento. Así, las superficies latericias alternan con otras revocadas, mucho más características, con la intención, por un lado, de animar las fachadas con la riqueza de las texturas y el color y, por otro, de crear alguna tensión vertical que rompa con el predominio absoluto de los ritmos apaisados, si bien la inclusión de este material en la fábrica ECÍA ahonda en la configuración de las líneas horizontales propias del estilo. ECÍA cerró sus puertas en 1994. En la actualidad el inmueble acoge las instalaciones del Instituto Técnico de Lea Artibai.
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