Me apena el fallecimiento del Padre Gregorio Arrien
Hilari Raguer
· Fraile de la Abadía benedictina de Montserrat y autor del libro ‘Aita Patxi, prisionero con los gudaris’
Me apena la noticia del fallecimiento del P. Gregorio Arrien. Cuando vino a Monserrat a proponerme que escribiera la biografía de Aita Patxi (que si hubiese sido del bando franquista ya hace años que lo habrían canonizado), lo llevé a ver, en el rosario monumental, el primer misterio de gloria, proyectado por Gaudí en 1903, con un Cristo de bronce dorado que se alza de cara al oriente, de modo que en el equinoccio de primavera, que coincide con la fiesta de Pascua, brilla con la luz de la aurora.
Una placa de ofrecimiento recuerda que aquel misterio es “signo de toda resurrección”, y en 1906 Prat de la Riba explicitaría la alusión a “nuestra resurrección nacional”. Comentamos la probable relación con el Aberri Eguna. Después el P. Gregorio me acompañó muchos días por el País Vasco entrevistando personas que habían conocido a Aita Patxi y me ayudó a escribir la biografía de aquel hombre de Dios. En nuestra convivencia durante aquellas correrías admiré su vasta red de relaciones personales, su sólido conocimiento de la historia y a la vez su gran modestia.
Pero quiero sobre todo recordar su gran obra, escrita junto con Iñaki Goiogana, Primer exilio de los vascos: Catalunya 1936-1939. Catalunya, y especialmente la Iglesia catalana, no podrán pagar nunca lo que los vascos, con Manuel de Irujo a la cabeza, hicieron valientemente en Catalunya salvando vidas y promoviendo la libertad de cultos.