Tras un día de niebla (y cierre) en Infinity Horse Wellness de Iurreta
IBAN GORRITI
Día de niebla en Infinity Horse Wellness. Día de cuenta atrás ante el cierre inminente de este magnífico y prestigioso Centro de Rehabilitación y Quiropráctica equina en Iurreta y que ha sido conocido también por la amplía ciudadanía de Durangaldea por su oferta hostelera con un bar muy chill.
Día de niebla en Infinity, decíamos. Niebla también en nuestras mentes tras considerar ese enclave como nuestra casa, la de todas y todos, en estos cortos tres últimos años.
Cierran. Se bajan de un sueño, aunque tanto Gorka como Selina -sus resilientes impulsores- siguen soñando y creyendo firmemente en que su apuesta de años atrás fue un acierto.
Cierran, o mejor dicho, se ven abocados a cerrar, mientras que el teléfono no deja de sonar con dos objetivos: uno, para felicitar por su trabajo excelente, y el de Mario, así como de otras personas empleadas. Dos, para conseguir que nuevos caballos entren a sus boxes y ganen en excelencia con su oferta de única piscina del norte del Estado para equinos, múltiples tecnologías como diatermia o el láser y las bondades de los paddocks dinámicos. Han cumplido con los más altos estándares de calidad, servicio y asistencia. Esto último refrendado por sus clientes.
Quizás alguna vez se puedan a volver a alinear los astros que sean y los dos objetivos puedan volver a cumplirse. Lo que ha salido de sus manos, mentes y corazones ha sido enriquecedor, inmejorable. Bien lo saben sus clientes y también quienes tras una pandemia de restricciones tuvimos la suerte de ver crecer a nuestros hijos e hijas al lado de equinos maravillosos como Luna, Bandolero o Duende -de la casa- y tener el placer de interactuar también con otros como Calote o Rain.
Ahora toca nuevo ciclo. Cerrar solo puede conllevar a mejorar en lo laboral porque a nivel humano va a ser difícil por las cumbres ya holladas, y todo ello a pesar de las barricadas que en todo proyecto hay que ir saltando, sorteando, echando abajo.
Os conocimos un día de deporte en bici con avituallamiento en el bar con mejores vistas. Abundamos en amistad gracias a los caballos. Cada día fuimos más personas. Aplaudimos vuestro concurso y algunos de nuestros txikis entregaron los trofeos sintiéndose los más importantes. Hemos reído mucho. Nos habéis enseñado todo cuanto ha estado en vuestras manos. Hemos podido dar de cenar y medicinas a vuestros compañeros de cuatro patas. Hemos apoyado nuestra frente junto a la de los caballos, conociendo la paz magnética que esa acción transmite. Hemos tenido que abrazarnos durante siete segundos por lo inesperado. Hemos tenido vuestra entera disposición en fines de semana que nuestros pequeños pedían Infinity; también cualquier día «para romper la rutinaria semana». Celebramos fin de curso cenando vuestras inmejorables pizzas, que recordaremos siempre. Los basondistas también os conocieron con esa calma que les caracteriza. No olvidaremos detalles como el del Día de la Madre. No olvidaremos el primero y último día de Egby ahí. Los recibimientos de Fofi. Los gatos. No olvidaremos que abristeis el centro, el bar y vuestros corazones a cada una de las personas que se acercaron a ese inmejorable lugar del barrio de Garaizar con sus apreciadas doradas puestas de sol. Y, por supuesto, vuestro tesón y ejemplo de trabajo continuo sin descanso. Ejemplares.
Hoy, cuando, agradecidos, escribimos esto hay niebla, lo que augura que saldrá el sol (ekhi en euskara). Tiene que salir. Un sol de justicia.