Gracias por todo, Dr. Stiesel
Eukeni Bastida
Recientemente el equipo dirigido por el galardonado con el premio Nobel, el Dr. Brüno Stiesel, ha concluido el trabajo que la ONU le encargó realizar hace ya dos décadas. Se le encargó nada más y nada menos que analizar el comportamiento humano y formular una teoría avanzada sobre el por qué de los males que amenazan a nuestra especie, así como arrojar luz sobre qué es lo que nos convierte en los únicos que hacen peligrar su propia existencia. Dicho equipo ha contado con la participación de científicos de primer nivel de los más diversos campos. Científicos y científicas de varios países provenientes de la antropología, la genética, la epidemiología, la arqueología, la filosofía y la historia entre otras especialidades han esculpido con su estudio lo que será la piedra angular de la lucha de la humanidad por su supervivencia.
La rama genética, tomando muestras del ADN mitocondrial de varios cientos de habitantes de cada continente, ha podido trazar un recorrido hacia el origen del foco de infección, así como datar el momento en el que el virus que produce la patología que afecta a nuestra especie entró en contacto con nuestros ancestros.
Los trabajos de investigación se centran en un gran yacimiento de unos 15.000 años de antigüedad que fue localizado en el entorno de la localidad italiana de Fascia. En esa época una nueva oleada de nómadas cazadores-recolectores se adentraba en Europa desde las regiones mediterráneas más al sur. El clima comenzaba a templarse al final de la última glaciación. En palabras del doctor Stiesel -“En un modelo de reconstrucción podríamos trazar la historia de uno de aquellos cazadores agachándose sobre una charca para beber agua. En esa época los veranos ya eran lo suficientemente cálidos como para que en las zonas húmedas la actividad de los insectos fuese frenética. Un mosquito infectado pica al cazador y le transmite la enfermedad. En pocas semanas, y tras varios días de intensas fiebres, mientras el cazador afila su bifaz de sílex después de un festín en grupo, detiene por un momento sus manos y sus labios dibujan una sonrisa. Levanta la mirada y ahora ve a sus semejantes de otra manera. Analiza a sus compañeros y compañeras de clan y en el acto perfila una idea. Si consigue someter a los demás aunque sea por la fuerza, estos le proveerán de cuanto necesite sin necesidad de esforzarse para ello. Obtendrá de los demás cobijo, alimentos y sexo. En definitiva, tendrá poder para direccionar el clan según su criterio y con todas sus necesidades holgadamente saciadas. Esto llevado a cabo por un solo individuo, parece una tarea improbable. Pero no olvidemos que tan rápido como el virus del palurdismo se propagó, el palurdo pudo establecer alianzas con otros palurdos y comenzar la dominación del resto.”-
Hay que matizar, que aunque todos somos portadores y por ello técnicamente palurdos, la comunidad científica reserva el término «palurdo» para aquellos individuos que desarrollan la enfermedad.
Ahora que conocemos la facilidad del contagio y la virulencia del agente patógeno, la infección total de nuestra especie no debió de producirse en más de ocho o diez generaciones desde aquel primer huésped.
Una vez el virus se apoderó de toda la comunidad humana se dió la situación que nos es familiar en nuestros días y que así lo atestiguan todos los documentos escritos de los que se tiene conocimiento. Tanto en la antigua Mesopotamia, Grecia, Roma, China, Egipto, Mesoamérica… los que han desarrollado la enfermedad han sometido a los demás, sin distinción de palurdos o simples portadores. Los palurdos sometidos a su vez, conspiran para desbancar a los dominantes, mientras que los simplemente portadores no dan muestras de ambición de poder por el poder. Cuando intentan ocupar una posición dominante es simplemente con el fin de evitar la situación de estar dominados.
Este informe introduce nuevos conceptos, que si bien ya habían sido muy discutidos en el mundo científico, no gozaban de un consenso a la hora de establecer una definición para cada uno. Por ejemplo el que habla de las situaciones en las que el palurdismo azota a las diferentes estructuras de un país. Se denomina «Estado Palurdo» a todo aquel que tiene una sintomatología clara de infección a todos los niveles y poderes.
El palurdismo, no confundir con el paludismo, consiste básicamente en la falta de empatía. En palabras del doctor Stiesel, “el palurdo es ajeno al dolor y el padecimiento ajeno. Tanto animal como humano. Tanto producido de manera intencionada como producido por mero disfrute. Cuando siente una necesidad, va cegado hacia su objetivo, indolente ante el mal que causa a los demás para llegar a su meta. En aquella época nació en nuestra especie algo inexistente hasta entonces en el planeta. El sadismo”.
Prácticamente la totalidad de la humanidad, hablamos de entre el 99% y el 99.8% porta del virus. En muchos casos los infectados no desarrollarán nunca la enfermedad. Todos transmitimos el palurdismo a nuestra descendencia. El virus puede activarse en cualquier momento y una persona que nunca había dado señales de palurdismo se convierte en un verdadero palurdo de la noche a la mañana. Es cierto, que es habitual ver casos en los que la enfermedad se manifiesta esporádicamente.
El doctor cita varios ejemplos de lo que pueden ser casos cotidianos.
- Imagine que usted conduce como lo hace habitualmente y comete una leve infracción que molesta al conductor que le sigue. Si la reacción de este al que usted observa por el retrovisor es la de simplemente levantar los brazos y cabecear para afear su maniobra, usted puede tener la tranquilidad de saber que se encuentra ante un simple portador. Si por el contrario el conductor muestra aspiraciones pugilísticas en los gestos y le persigue durante varias calles con acelerones, aspavientos y cucamonas varias, usted a topado con un palurdo.
- Si vive usted en un segundo piso y quién vive en el tercero decide usar el taladro percutor a las tres de la mañana porque ha sentido la necesidad de colgar un cuadro, usted sube a llamarle la atención y se encuentra con alguien que está dispuesto a inflar el pecho y ponerlo contra el suyo, torcer la boca y repetir una decena de veces alternando “qué” con «qué pasa». Está usted ante alguien que usted mismo podrá diagnosticar como un palurdo.
Por motivos que aún se estudian, la enfermedad se ceba con el sexo masculino. Se cree que la hormona de la testosterona juega un papel clave en la activación del virus. Todas las evidencias apuntan a ello.
Entre los afectados está ampliamente extendida la aceptación de un gran líder supremo, aunque este lo sea por designación divina. Asumiendo su condición de inferior a alguien refuerza la idea de que también él mismo es superior a otros.
Múltiples luchas tienen como raíz esta misma cuestión. Unos luchan por sus derechos y otros por sus privilegios.
La ONU pretende activar a gran escala inhibidores como la educación y la tolerancia desde la más temprana edad, no siendo una garantía, se ha visto que en los países con menor desigualdad de clases, mayor diversidad de razas y niveles altos de inversión en educación los resultados son de retroceso en la infección social. Viajar y conocer diferentes gentes también ayudan a sentirlas más cercanas y eliminar prejuicios.
Das iberische Problem
Este es el título original de uno de los apartados del documento que la ONU ha redactado centrándose en las peculiaridades de algunas regiones del globo. De dicho documento se pueden extraer diferentes conceptos y transcripciones de conversaciones entre palurdos.
Imaginemos que auténticos palurdos hayan regido ilegítimamente el destino de un país durante décadas. El descontento colectivo inicia el ciclo de derrocar a los palurdos tradicionales y poner a individuos inoculados con el agente patógeno de la educación. Paralelamente se pone en marcha una amalgama de infectados de diversa índole que pueden mimetizarse en el nuevo ambiente no infectado.
Por su naturaleza, un grupúsculo aspira a gobernar el país y establece alianzas con infectados del otro lado del océano. Estos últimos financian y asesoran sobre cómo dar el salto al poder utilizando frases descaradas, novedosas y por qué no, también la mentira como recurso. Todo vale. El infectado transoceánico ha llegado a la cúspide de su país potenciado en lo económico por la venta de armas y petróleo. Pretende además de asesorar y direccionar en lo político, invertir grandes cantidades de dinero que después recuperará con creces a costa de los ciudadanos. La visión es clara, si consigue gobernar a esa nueva masa, tendrá a su disposición muchos millones de compradores de armas en potencia. Para eso primero deben hacer llegar a la ciudadanía el mensaje de la necesidad de poseer varias armas por hogar. Tanto para la defensa del hogar como para ir al monte a disparar a los animales. Paralelamente, en cuanto al petróleo, el palurdo local debe negar toda vinculación entre la quema de combustible fósil y el calentamiento global.
El palurdo local pregunta al palurdo transoceánico.
-¿Como explico a las fuerzas de seguridad, a las que muestro idolatría y alabo constantemente, que deben trabajar en un entorno en el que habrá millones de personas armadas donde antes no las había? ¿Esto no hará más arriesgado su trabajo?
-Querido palurdo local, no tienes porqué preocuparte por eso, tú no tienes ese problema. Además, gozas de tu propia escolta.
-Querido palurdo transoceánico, ¿como explico a los agricultores nacionales y a los que viven de un modo tradicional, a los que muestro idolatría y alabo constantemente, que no utilicen la fuente de energía producto nacional gratis que ya poseen, como es el sol, y que sigan pagando por el petróleo que tú les vendes?
-Jajaja, que preguntas tienes. No tienes nada que explicar, simplemente haz una ley que los obligue y punto. Mientras, puedes confeccionar banderas más grandes para distraerlos.
-Pero muchos portadores ya han tomado conciencia. Ahora en los albores de una extinción masiva por la puta hecatombe climática hablarles de dioses ya no funciona.
-Palurdo local, siempre ha habido alguien con conciencia, pero ahí hemos estado nosotros. Para existir nos benefician los ambientes belicosos, y cuando estas condiciones no se dan, necesitamos crearlas.
-El caso es que los que nos invadían hasta ahora lo hacían escapando de las guerras con armas que les vendíamos. Ahora vienen muchos que salen de sus tierras porque no las pueden cultivar. Ya no llueve en su tierra y el calor hace inviable sus cultivos. Nosotros aún nos podemos alimentar. Tenemos infraestructuras como desaladoras, invernaderos y sistemas de regadío más sofisticados, pero algún día también colapsaremos. ¿Vendréis entonces a ayudarnos los palurdos transoceánicos?
-Jajaja… me parto. Para entonces ya habremos vendido armas y petróleo a tus conciudadanos y nos habremos forrado tú y yo. Cada uno debe asumir lo que el destino le ha asignado, y el destino lo escribimos en un despacho de palurdos.
El doctor Stiesel
Tras la presentación del informe, en una charla informal con periodistas el doctor Stiesel desliza una inquietante frase que deja poco lugar para el optimismo cuando una reportera le pregunta.
-Tras las averiguaciones de su estudio y las acciones que pueda tomar la ONU, ¿es usted optimista de cara al futuro?
-Pues le diré que tarde o temprano, el palurdismo triunfa.
-¿Puede usted explicarlo?
-Lo haré gustosamente, pero no será hoy. Tengo muchísima prisa. He quedado con mi esposa para ir a ver una corrida de toros. Siempre hemos sido unos amantes de la tauromaquia.