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30 AÑOS DEL ACCIDENTE AÉREO DE OIZ | Un iurretarra lleva flores al repetidor y al camposanto de Derio en memoria de los 148 muertos en el accidente de avión ocurrido en 1985

Iban Gorriti

Iñaki Uribesalgo es un hombre único. Ayer lo demostró con hechos, como solo lo hacen las personas con un sentido más. Se volvió a subir a su coche e hizo dos viajes hacia dos lugares memoriales: uno asentado en la cima del monte Oiz, donde hoy hace 30 años un avión Boeing 727 no acertó su ruta y colisionó con el repetidor de comunicaciones del monte y dejó un reguero de 148 muertos; y al cementerio de Derio, donde hay una tumba común de algunos de los allí fallecidos. En los dos lugares depositó un «sencillo centro de flores» -valora- y un texto: «En memoria y recuerdo, desde Iurreta, en 30 aniversario, por los fallecidos en el accidente aéreo ocurrido en el monte Oiz el 19 de febrero de 1985 a las 09.27 horas. Q.E.P.D. Iurreta, 19 de febrero de 2015» y firmado por Uribesalgo Lorak, floristería de la calle Maspe de Iurreta, local que Iñaki regenta desde hace quince años.

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Iñaki Uribesalgo en su floristería de Iurreta con un avión en la mano y con un trozo de ventana del avión siniestrado que localizó ayer en Oiz. | PHOTO | I. Gorriti

Uribesalgo (Iurreta, 1969) no tiene ninguna relación ni familiar ni de amistad con ninguna de las personas que allí perdieron la vida, sin embargo, el accidente aéreo le marcó de por vida. Junto a sus padres, visitó con 15 años el lugar del accidente una semana después de la tragedia . No lo evoca con espíritu morboso, sino con empatía hacia los familiares de los muertos.

| Alegría disfrazada | Hace tres décadas, hoy fue martes de Carnaval. A cargo del Gobierno de Euskadi estaba el jeltzale de Elorrio José Antonio Ardanza. La alegría estaba en las calles, pero… disfrazada, porque de pronto, saltaron todas las alarmas en medios de comunicación, de ambulancias, de policía… El boeing 727 Alhambra de Granada del comandante Patiño volaba más bajo de lo habitual y chocó contra la torreta de comunicaciones del monte Oiz (1.026 metros). La antena medía 40 metros. A continuación, el aeroplano hizo una línea recta por entre pinos durante 950 metros llegando al arroyo Iru Erreketa, donde «todavía quedan restos del avión, hoy -por ayer- he cogido un trozo de una ventana», muestra Uribesalgo el objeto y comparte su sentimiento cuando visita la zona: «Lo que allí ha pasado y el silencio que impera… Solo oyes el ruido del riachuelo. Impone».

Escuchar la grabación de la caja negra del avión -que, curiosamente no son negras, sino de color naranja- impone aún más. Hecha pública, se oye a una azafata informar a los viajeros de que restan «15 minutos» para aterrizar en el aeropuerto de Sondika -anterior al actual de Loiu- y que en Bilbao hacía 7 grados de temperatura. «Antes del final de la grabación, se escucha hasta gritar a los pasajeros. Es aterrador».

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Uno de los objetos pertenecientes al avión. | PHOTO | I. Gorriti

Por saber hacer suyo el sentimiento de dolor de los familiares y por el amor que Uribesalgo profesa al monte Oiz, ha llegado a hacer un hueco a esta efemérides en el escaparate de su floristería. «Me gusta mucho subir en bici a Oiz, suelo ir a por madera… Para mí es un sitio especial desde el que se ve Bizkaia, Araba, Gipuzkoa, incluso la zona del valle de Mena de Burgos», valora. A esto hay que sumar que le gusta lo relacionado con los aviones y, «sobre todo, con el ferrocarril. Soy un apasionado del ferrocarril. Un familiar trabajó en ONA y me ha contado mil anécdotas sobre aviones…», agrega.

Un luminoso de su tienda da a conocer a las personas que pasan por fuera del establecimiento el hecho que ocurrió hace 30 años. Lo pueden leer aquellos viajeros que esperan en la parada de autobús con sentido a Bilbao. «Me gusta darlo a conocer, que no se olvide. Es más, he solicitado una réplica del avión a escala, me la están haciendo en Canarias. La pondré para el próximo aniversario».

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Flores depositadas en Oiz. | PHOTO | Iñaki Uribesalgo

 

“Conservo piezas del avión porque me llama la atención”

I. G.

Treinta  años después de la tragedia aérea, el iurretarra Iñaki Uribesalgo conserva aún desechos de aquel Boeing 727 en su floristería,  recuerdos del suceso para toda la vida.

– ¿Qué le llevó a conservar estas partes del avión?

El recuerdo, porque sucesos como éstemellaman la atención. Además, el tema de la muerte me causa curiosidad: ¿Qué pasará luego?

– ¿Qué día subió a aquel infierno de color rojo sangre?

Una semana después, con mis padres.Tenía 15 ó 16 años.Recuerdo que aún seguía allí el fuselaje y que no olía mal. ¡Era impresionante! Hubo quien se llevó piezas grandes para vender como chatarra y otros de recuerdo. Como curiosidad, trasladaron el aluminio a un desguace del Alto de Deba, de unos familiares nuestros.

– Los vecinos de la zona recordamos dónde estábamos en el momento del accidente. ¿Dónde le cogió a usted?

Yo estudiando en Maristas. Cursaba 1º de REM. Fue a las 9.27 horas. Salimos a ver si se veía algo, pero había tanta niebla… Eso sí, no cesaban las sirenas. Recuerdo que una semana después nevó muchísimo.

– ¿Aún mira a las antenas del repetidor cuando asciende en bici a Oiz?

Sí, hoy mismo -por ayer- y me pregunto muchas cosas. ¿Cuántas probabilidades hay para que chocara contra ella? ¡Es que debió ser espeluznante! Un tío mío, conocedor de la materia, me dijo que el problema de estos aviones es que llevan los motores detrás de las alas. Si chocan contra algo y se parte el ala, el motor sigue funcionando y a modo de batidora da vuelta a todo hasta que se destroza.

– Por ello, 148 fallecidos.

Y uno más que ya viajaba muerto en un féretro. De hecho, dicen, que fue el cuerpo más completo que se encontró.

– Hablamos de 1985. ¡Lejos!

Y lo siento como reciente. Mira, las inundaciones del 83 fueron sólo dos años antes y me parece mucho más lejano. Por cierto, nos pillaron en Malmasín y tuvimos que pasar una noche entera los cinco de la familia en un R-7 porque no nos dejaban continuar por el agua.

– Tras el accidente de Oiz, ¿cogió miedo al avión?

Todo lo contrario. El avión me encanta, como el tren. No así el autobús. Me gustaría volar más. Una de las últimas veces fue a ver unos viveros a Alicante. Disfruto. No voy pensando en si se puedecaer. Si me coge la muerte ahí, es que el destino era ése. Nada más.

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Flores llevadas por Uribesalgo al cementerio de Derio. | PHOTO | Iñaki Uribesalgo

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